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Guía dialogante

Como si al Gobierno del PP no le surgiesen bastantes problemas, escalada de precios, movilizaciones sindicales, vacas locas, el trasvase del Ebro, y a su Majestad Británica se le avería el submarino precisamente en Gibraltar, ahora, como perversa consecuencia del terrorismo, se le espeta la necesidad del diálogo. Aunque esto último, terrorismo versus dialogo, encubra el resto de los problemas como por arte de magia, no cabe duda que los problemas se le amontonan y de éstos el más peliagudo es éste del diálogo. Le coge en horas bajas, porque si hubiera tenido otra actitud ante el pacto antiterrorista brindado por Zapatero el problema se hubiera reducido a lo que la mayoría de la gente cree que es lo del diálogo, el que debe realizar con el nacionalismo vasco.Pero ¡ojo!, dialogar bien no lo hace cualquiera; hace falta saber con quién se dialoga y para qué se dialoga. Sepan los dialogantes, en una corta tarea de contextualización, que en el reciente pasado y tras ejercicios de dialogo realizado precisamente por todos los partidos que no son nacionalistas, el PNV erigió, con los votos de UCD, el himno de su partido como himno de Euskadi, desterrando el más asumido, el Gernikako arbola, al lema de la UPV. Con el apoyo de AP consiguió una organización territorial e institucional, Ley de Territorios Históricos, a su imagen y semejanza, y del PSE la Lehendakaritza cuando había sido derrotado por este partido en las elecciones. Éstos no son más que unos pocos ejemplos de cómo se debe entender el diálogo en Euskadi, cuyo resultado fue el despertar en el PNV sus instintos -soberanistas- y marcharse acto seguido a Lizarra a dialogar con ETA y EH. Ese gran templo del diálogo nacionalista que es Lizarra acabó como está acabando: con la vida de los demás, de los que dialogaron antes y de los que todavía intentan hacerlo. Los que dialogaron y cedieron, siempre cediendo, fueron los opresores. El diálogo entre los nacionalistas saltó por los aires y lo pagaron los opresores.

Sepan los dialogantes, aunque sólo se planteen el diálogo con el PNV dejando a un lado el mundo de ETA, que este partido basa más su ideología y personalidad en el Antiguo Régimen (con mayúsculas, aquel anterior al liberalismo) que en el constitucionalismo, donde es evidente que se encuentra a disgusto. Que cuando el lehendakari hace un llamamiento al Rey para que medie en la situación, o su partido reclama el pacto con la Corona, lo hacen con mentalidad del siglo XVIII (por eso le sentó tan mal a los nacionalistas españoles cuando los había, con Franco, que se quedara con la República, porque ambos pensaban igual sobre constituciones, liberales y extranjeros). Y cuando el propio lehendakari decía en el Parlamento que las constituciones no hacen naciones y que el ciudadano no está al servicio del marco político jurídico hablaba como cualquier caudillo de una partida de Don Carlos. Sepa el que vaya a dialogar que va a tener que trasladarse de época y de sistema, que la transición entre el Antiguo Régimen y el liberal no está resuelta en Euskadi. Cuidado con el lenguaje porque los conceptos no significan lo mismo.

Diálogo supone estar de igual a igual, pero recuerden que el PNV, aunque vivan en Euskadi, les puede tratar, y serían unos privilegiados, como alemanes en Mallorca. A los de aquí de toda la vida les puede analizar el RH, o, ya en el colmo, tratarles como periodistas. Y en el diálogo, al que normalmente se va con intención de convencer o de ceder, o ambas a la vez y ambas tan dignas, se pueden ver tratados como enemigos a vencer. Entonces, hay que ir a vencer al otro para iniciar el diálogo, so pena de confundir diálogo con rendición. De ahí que muchos piensen que para iniciar el diálogo, el PNV necesite pasar por la oposición, ser vencido, y ser descabalgado de un poder que le viene, cree, por designio y no por la Constitución. Una vez descabalgado del poder es posible que empiece a pensar que al terrorismo hay que liquidarlo y no integrarlo, que ése ha sido su error.

En el manifiesto que clausuraba la manifestación de protesta y de homenaje a Ernest Lluch se realizaron excelentes votos cara al futuro, se decía que "no conseguirán imponer el miedo, el desconcierto y la irracionalidad". Con ese fin se escriben estas líneas, bajo la excusa de guía, para que no se traslade el caos vasco, la acracia foral, de resultados desgraciados, al resto de España.

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