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Divagaciones

Hoy me apetece divagar. Partir de la nada, como si fuera una gran diana, y lanzarle flechas. Lo ven, tengo ya una gran idea, Diana, pero la rechazo. Partir de ella sería llegar demasiado pronto a donde me temo que acabaré llegando. Una diana con mayúscula no puede ser otra cosa que lo que ustedes y yo bien sabemos. Nunca sería Artemis, la diosa cazadora y virgen que habitaba en los bosques. Acteón la contempló oculto mientras ella se bañaba desnuda, Acteón el cazador acompañado de su jauría. Y la diosa lo transformó en ciervo y Acteón fue devorado por sus perros. Al imprudente siempre le devoran sus propios perros. ¿Ven ustedes en su cercanía a algún candidato a hacer de Acteón? Saldrá, sin duda. Siempre que hablo de Diana, no sé por qué, termino topándome con Acteón entre los matorrales.Y ya que hablamos de mujeres -pace Acteón-, ¿qué les parece si hablamos de Selma? Selma es el personaje que tan magistralmente interpreta Björk en la última genialidad de Lars von Trier. Pero necesitaría varias columnas para hablar de esa película y de esa mujer. Quedémonos con una palabra: sacrificio. Vi la película acompañado por una mujer. No era Selma, pero hubo un momento en que la tomé por ella y le dije: Selma, deja que te acompañe a caminar por las vías del tren. Lo curioso fue que Selma, o sea, mi acompañante, me respondió: sí, siempre y cuando bailes conmigo Las traviesas del tren son un teclado, twiledee, twiledoo. Le dije que estaba dispuesto a bailar cualquier cosa, incluso el claqué de la canción Las paralelas se encuentran en el infinito. Ella lanzó un gran suspiro, provocando que todo el cine explotara en sollozos, y me contestó: ¡Ay!, la vida es un gran teatro.

Sí, la vida es un gran teatro. Y Euskadi mucho más. ¿Seré yo el idiota que debía contarlo? Pero corramos a la pantalla, que es donde estábamos. En todas las pantallas solían aparecer el chico y la chica. Y a veces, casi siempre, se besaban. Había películas diez, películas veinte, películas treinta, según el número de besos que se daban. A mí las películas que más me gustaban eran las películas treinta. Los veías de perfil, al chico y a la chica. El la apretaba a ella por la cintura, se echaba hacia delante, ella hacia atrás, se miraban y notabas que bizqueaban, y boom. Uno siempre se identificaba con el chico. El chico era bueno, siempre era bueno. Después había otros personajes que pululaban por las películas. Había uno, tirando a gordo, que decía siempre todo lo que se le ocurría y era como si el resto no fuera mucho con él. Y otro de bigotito, más bien estirado, como si buscara vitaminas en el aire, y al que la chica le hacía desplantes. Y estaba también Acteón, yo siempre le veía a Acteón buscando chicas desnudas.

A mí Rodríguez Zapatero me recuerda al chico de las películas. Sería un buen novio para Selma, pues tanto sacrificio bien merece esa recompensa. A él, lo he visto cruzarse con el gordo que dice todo lo que se le ocurre, y ha hecho lo que debe hacerse en un guión bien escrito: no le ha hecho demasiado caso, porque el gordo no va mucho con el resto, y le ha dicho, creo, que en Mallorca hace buen tiempo y en Alemania no. El gordo, con esa mandíbula italiana años treinta que pone, le ha respondido que en Euskadi tampoco, pero que se pondrá el sol y se alzará la luna y que habrá gorriones como en Transilvania y requiescat in pacem. A lo que el del bigotito, que ha aparecido por allí en pos de Selma, ha replicado que si Selma se sacrifica será un sacrificio bien sacrificado, y que Zapatero no defiende bien los textos y está conchabado con el gordo y se quieren llevar entre los dos a los mallorquines a Alemania. Selma ha cantado En mis puntillas late un corazón ardiente.

Después, Zapatero ha tenido un gesto de audacia, y le ha dicho a otro que pasaba por allí con pinta como de capitán Akab un poco fondón que "o ministro o lehendakari", que está dispuesto a colaborar con él en la lucha por la vida y la libertad, pero no a hacerle la campaña electoral gratis con esa excusa, y que ya está bien de ir de segurola y de chupar del prójimo. El capitán Akab le ha respondido que hay que resistir y que escuche la voz de las ballenas, pero Selma ha protestado diciendo que ella ya ha resistido bastante y que lo que quiere es casarse, y que si le gusta resistir y aguantar ballenas, se vaya con el gordo y el del bigotito y los demás a tomarse unas copas. Luego se han oído disparos en la lejanía. Al final ha aparecido Acteón, pero Diana ya no estaba allí.

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