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Crítica:TEATRO MUSICAL - ¡ESPINACAS! ¡ESPINACAS!
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Sonrisas para Popeye

Se presenta ¡Espinacas! ¡Espinacas! como una ópera de cámara "sin sentido" y Peter Stein incluso llega a definirla como "disparatada". No lo es tanto más que aparentemente. Siete actores, cantantes a su manera, desde el amago de aria hasta las onomatopeyas más variadas, con acompañamiento de sus propios recursos sonoros expresivos y de un piano, invitan al espectador a un retorno al mundo de la infancia, entre el cuento y el cómic. Blancanieves, Caperucita, Hansel y Gretel, la ballena que se come a la sardina, Geppetto, el patito feo o el gato con botas, van apareciendo, en una u otra ocasión, incitando a una fantasía elemental que mueve a la sonrisa. Popeye y el gallo son los hilos conductores y, por supuesto, las espinacas, cuyas virtudes se cantan con la misma pasión que la que Haendel utilizó para un plátano con su Ombra mai fu de Xerxes. El absurdo se presenta con un envoltorio humorístico, lo que introduce una distancia crítica y refuerza el elemento evasivo.Los actores son espléndidos; la música no tanto (funcional, reiterativa). Hay un despojamiento escenográfico para que sean las propias voces teatrales las protagonistas absolutas de la trama. Algunos momentos están muy logrados: la escena del alfabeto, por ejemplo. Hay en esta sencillez un rechazo inherente de los excesos de la ópera convencional, de los vestuarios y decorados fastuosos. La única manera de interesar es por la capacidad teatral del actor. Ni siquiera el encadenamiento de historias atrae suficientemente. Es simpático, pero excesivamente elemental. Las nubes, la luna, forman el elemento poético. El héroe, Popeye, es un antihéroe. Va contra todo. Incluso contra sí mismo. Podría también ir contra ETA. Es una estética que roza la abstracción, un divertimento puro.

¡Espinacas! ¡Espinacas!

De Arturo Annecchino. Compañía Faust-Ensemble de Peter Stein. Versión en español: Viviana Garuz. Con: A. Kerezovic, T. Kübler, N. Schössler, P. Tauscher, S. von der Decken, D. Keberle y M. Rotschopf. Pianista: G. Vitaletti. Festival de Otoño, con la colaboración del Instituto Alemán. Teatro de La Abadía, 22 de noviembre.

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El espectáculo no es nada difícil de montar, lo que facilita la itinerancia. Está muy medido en su dimensión -una hora, aproximadamente- lo que se agradece. No da para más. La calidad de los intérpretes evita el aburrimiento. Están al límite los actores para que no decaiga la tensión en ningún momento.El principal mérito viene de la profesionalidad y la naturalidad del planteamiento escénico y conceptual. Hay una versión en español, complementada por algunas intervenciones en alemán, inglés e italiano, buscando fundamentalmente los contrastes fonéticos y hasta tímbricos. La compañía Faust-Ensemble se montó para alternar con una ópera infantil de aventuras la tensión acumulada durante las representaciones del monumental Fausto, de Goethe, en la versión escénica de Peter Stein. Al espectador de Madrid le libera también de las tensiones terroristas cotidianas durante un rato. Como ejercicio de estilo, ¡Espinacas!... tiene su gracia, si se aceptan las reglas del juego más arriba comentadas.

En los pulsos mantenidos entre la ópera y el cómic, ha dominado normalmente el lenguaje de la historieta. Desde Orfeo de Monteverdi hasta Parsifal de Wagner se han hecho cómic excelentes. En el otro sentido, el escénico, el gran cómic sería El anillo del Nibelungo. No es una herejía, sino un punto de aproximación. En ¡Espinacas! ¡Espinacas! de Arturo Annecchino, el cómic se integra en la narración y hasta es asumido por ella

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