Buena lidia
La lidia es fundamental en el toreo para poderle a la bravura de un toro y torearlo con verdad, pero sobre todo para dominar la fiereza de un astado descompuesto o con vicios, y terminar jugando con él. Y esa lidia fue la que hizo Mariano Ramos. Echó la pata p'alante en las acompasadas verónicas con las que saludó al segundo. El armonioso muleteo se caracterizó por la pureza de sus trazos y enlazando toreramente doblones, de la firma, y un soberbio trincherazo, llevó al anillo a la res. En ese sitio aprovechó el largo y rítmico recorrido del oponente en tres series de hondos redondos que abrochó con el martinete y el de pecho. Después citó de largo y con un espeluznante péndulo se pasó la sarga a la mano izquierda y dio una cátedra sobre el pase natural. En un palmo de terreno ligó tres tersas series, llevando la emoción a los tendidos. Por no hacer la cruz en la suerte suprema perdió los trofeos que merecía.Sus dotes de lidiador las volvió a utilizar al lancear y muletear al manso cuarto que tenía tendencia a irse. Lo enseñó a embestir y acabó jugando con él.
Martínez / Ramos, Ortega, Puerto
Toros de Los Martínez, justos; 2º bravo, 1º y 3º broncos, y resto descastados y con vicios.Mariano Ramos: vuelta; aplausos y salida al tercio. Rafael Ortega: silencio y oreja. Víctor Puerto, que confirmó la alternativa: aplausos y salida al tercio; aplausos. Monumental Plaza México, 19 de noviembre. Un tercio de entrada.
El valor y el sitio que tienen Rafael Ortega y Víctor Puerto les permitió hacer una lidia con quietud y reposo a sus descompuestos enemigos. Rafael Ortega recibió de hinojos al abanto quinto con una larga cambiada y se lució en dos pares al quiebro. Sentado en el estribo inició su labor muleteril, en la que dibujó el derechazo en dos series. Pero el mérito de la faena fue encelar al probón e incierto bicho con los muslos y cuando éste estiraba la gaita le ponía el engaño y tiraba de él. Culminó con un estoconazo. El diestro de Apizaco salió con deseos de triunfar ante el rebrincado tercero, pero quedó inédito al alargar demasiado su quehacer.
Víctor Puerto confirmó su doctorado ante otro animal que rebrincaba y punteaba con la cabeza arriba, y lo obligó a humillar y a repetir, enjaretándole tres tandas de ajustados redondos. Con el distraído que cerró plaza, Puerto dio a conocer el quite de la portalina. Inició su trasteo con solemnes pases por alto, pero el cornúpeta se rajó aquerenciándose en tablas.
Un detalle de mal gusto y poco profesional de Víctor Puerto fue que antes de que las mulillas se llevaran el toro al destazadero, desde el ruedo empezó a hablar por su móvil. ¿Sería una emergencia o falta de respeto a la afición metropolitana y a la fiesta? Vaya usted a saber.
Babelia
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