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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Cuba, Colombia, España: tres 'ardis beltzas' en la cumbre iberoamericana

Desde el punto de vista de la libertad de prensa, sin la cual, y sin la de los periodistas para ejercerla, no hay libertad a secas, en Reporteros sin Fronteras (RsF) dividimos el mundo en tres grandes bloques: aquel donde la hay teórica y prácticamente, aunque sea con intentos de injerencia de los poderes políticos y económicos; aquel donde se da teóricamente, pero se la conculca en la práctica; aquel en que ni teórica ni prácticamente existe.En el primero no se mata ni encarcela a los periodistas; en el segundo, el Estado no se suele atrever a encarcelar a periodistas molestos, pero tolera que grupos no siempre incontrolados los asesinen impunemente; en el tercero se encarcela a los periodistas que intentan informar libremente. En estos dos últimos bloques, a menudo los periodistas tienen que elegir entre dos exilios: el exterior y el interior, que son la autocensura y la inhibición.

En la comunidad iberoamericana se da esa división, con países democráticos, semidemocráticos y antidemocráticos en el terreno de la libertad de prensa, al igual que en los demás campos donde florece, se marchita o no llega a germinar la libertad a secas. España figuraba, hasta hace poco, entre los primeros; Colombia sigue estando entre los segundos, y Cuba se mantiene en solitario entre los terceros. Pero España ya es hoy la tercera ardi beltza (oveja negra en vasco) de esa comunidad y la única de la europea.

España: en la mira del terrorismo. En España, espejo democrático, hoy algo empañado, de la llamada hispanidad, los periodistas se ven amenazados por ETA, dentro y fuera del País Vasco. Alentada por el entorno social del terrorismo independentista, se agrava desde comienzos de este año la espiral represiva de hostigamiento, amenazas, listas negras, cócteles mólotov, artefactos explosivos y tiros a bocarrajo contra periodistas considerados "enemigos del pueblo vasco". Esta espiral culmina con el asesinato del colaborador de El Mundo José Luis López de Lacalle, el 7 de mayo, y se reactiva con el intento de asesinar el 10 noviembre en San Sebastián, con una bomba fallida, a los periodistas Aurora Intxausti, de EL PAÍS, y su esposo, Juan Palomo, de Antena 3 Televisión, junto con su hijo de año y medio.

Tras el asesinato de López de Lacalle, cometido cuatro días después de que RsF denunciase en Madrid que las crecientes amenazas y atentados, dentro y fuera del País Vasco, podrían "culminar en breve en una muerte" y exigiera mayor protección para los periodistas y medios, la organización internacional envió una misión de investigación in situ. En junio difundió un informe (Los periodistas, en la mira de ETA) en el que se constataba el grave peligro que implicaba intentar informar u opinar en torno a la situación del País Vasco bajo la mira del terrorismo y su entorno, que fuerzan a los informadores a elegir entre el silencio, el exilio o el jugarse la vida en el intento de ganársela.

Un periodista asesinado, nueve objeto de atentados personales fallidos, docenas de artefactos incendiarios o explosivos arrojados contra medios o domicilios, en el País Vasco o en el resto de España en lo que va de año... Y en estas tareas echan una mano gustosos el GRAPO y un extraño grupo "anarquista". No es de extrañar que más de cien periodistas se vieran ya obligados, cuando se redactó el informe de RsF (¿cuántos serán hoy?), a trabajar, dentro o fuera del País Vasco, con escolta policial o privada; una docena al menos se hayan visto forzados a "exiliarse" (entre ellos, Carmen Gurruchaga, de El Mundo, Premio RsF 2000 a la libertad de prensa) y numerosos medios de comunicación se tengan que acorazar con medidas de seguridad inconcebibles en la Europa democrática.

En las últimas semanas se han recrudecido los atentados y actualizado las listas negras de periodistas, como las que establece la revista freudianamente denominada Ardi Beltza (recordamos: Oveja Negra) en lo que objetivamente es una forma de señalar con el dedo en el gatillo o el detonador. Un fallo en un detonador evitó el triple asesinato de San Sebastián. Aurora Intxausti, vasca como Carmen Gurruchaga, figuraba entre cuarenta periodistas acusados de trabajar para Interior en un vídeo editado por aquella publicación del ¿periodista? Pepe Rei. Y mucho nos tememos que, de no adoptarse las medidas de protección y disuasión oportunas, las actuales advertencias de RsF (que también aparece citada en el aludido vídeo) se podrían convertir en la agorera crónica de una nueva muerte anunciada y denunciada.

Colombia: en todas las miras. Los periodistas colombianos siguen estando amenazados por el narcotráfico, pero hoy también por diversos grupos armados: paramilitares, guerrilleros, servicios secretos paralelos del Ejército... Para todos ellos, los periodistas no son sino avanzadillas al servicio del "campo enemigo", por lo que los han convertido en objetivos de guerra. Esos grupos armados podrían ser los responsables de los asesinatos de Luis Alberto Rincón, Alberto Sánchez Tovar y Pablo Emilio Medina, entre el 28 de noviembre y el 3 de diciembre de 1999.

El 25 de mayo de 2000, Jineth Bedoya, de El Espectador, era secuestrada y torturada por los paramilitares. Treinta y ocho periodistas han sido secuestrados en los dos últimos años, a menudo por las guerrillas. Decenas han sido abatidos por unos u otros en la última década, haciendo de Colombia la oveja negra del mundo en asesinatos de periodistas.

Según una encuesta de la Universidad de La Sabana, publicada en febrero de 2000, el 42,5% de los periodistas interrogados afirman haber recibido amenazas de distintas procedencias. Ocho de ellos han elegido el camino del exilio en los últimos doce meses.

Cuba: en la mira del Estado. Tres periodistas siguen encarcelados en Cuba, la oveja negra de América en este terreno: Bernardo Arévalo Padrón, condenado a seis años de prisión en noviembre de 1997 por "ultraje" al jefe del Estado; Manuel Antonio González Castellanos, detenido el 1 de octubre de l998 y condenado a dos años y siete meses por "ultraje" al jefe del Estado; Jesús Joel Díaz Hernández, condenado a cuatro años en enero de 1999 por considerarse su trabajo como periodista "socialmente peligroso".

La Constitución estipula que la libertad de prensa debe estar acorde con los objetivos de la sociedad socialista. Sólo existe prensa oficial, y el control llega hasta Internet, cuyo acceso permanece reservado a unos pocos privilegiados.

Un centenar de periodistas independientes, agrupados en una veintena de agencias de prensa no reconocidas, siguen sometidos a un acoso permanente. Desde la cumbre de La Habana, 37 han sufrido detenciones, 26 han sido amenazados con procesos judiciales, seis han sido agredidos o amenazados con serlo. Sus familiares se ven amenazados de expulsión de sus viviendas, despido, etcétera, o sufren acoso telefónico. Desde el mes de julio, Luis Alberto Rivera Leyva, director de la agencia APLO, ha sido amenazado, detenido o puesto bajo arresto domiciliario en ocho ocasiones.

En este clima, 19 periodistas se han visto forzados a exiliarse desde el 1 de enero de 2000, y 40, en los últimos cinco años. La Ley 88, de marzo de 1999, es una espada de Damocles, de hasta veinte años-cárcel de peso, que pende sobre toda persona que colabore con medios extranjeros o facilite informaciones que supuestamente puedan servir a la política norteamericana.

Peticiones de RsF. RsF exige al Gobierno cubano la liberación de los tres periodistas encarcelados, el cese del acoso a las agencias independientes y la derogación de las leyes que impiden la libertad de prensa. Al Gobierno colombiano, que cumpla sus compromisos de protección a los periodistas y castigo a sus agresores y asesinos, en su mayoría hasta ahora impunes. Exigencias éstas que hace extensivas al Gobierno central español y al autonómico vasco, a los que invita a hacer aplicar las leyes penales vigentes a los instigadores de la violencia contra la prensa e "indicadores" que, usando la libertad de expresión contra sí misma y el derecho a la vida, ponen a los periodistas en la mira del terrorismo.

Entretanto, prosigue en los tres países la macabra elección a que se somete a los profesionales de la información entre cárcel, muerte, exilio o autocensura, esa cárcel del alma, esa muerte intelectual, ese exilio interior, acaso el peor para un periodista, que debe ser libre de informar sin temor a su pueblo, para que éste, estando informado, pueda ser libre.

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