El Gobierno argentino anuncia un plan de choque mientras se hunde la economía
El presidente De la Rúa ratifica a su ministro de Economía por cuarta vez en 15 días
Una violenta rebelión popular con un muerto en la provincia argentina de Salta, cerca de la frontera con Bolivia, marca la elevadísima temperatura de la crisis que atraviesa el país. El presidente Fernando de la Rúa pretende hacerle frente con un nuevo plan de choque para frenar el hundimiento de la economía. El plan se apoya en otro préstamo del Fondo Monetario Internacional y en la promesa de De la Rúa de congelar el gasto público durante, al menos, cinco años. Mientras la revuelta amenaza con extenderse por toda Argentina, su presidente reclamó unidad nacional.
A primera hora de la mañana, mientras la policía reprimía ferozmente a los llamados piqueteros -grupos de desocupados que desde hace ya varias semanas cortan el tránsito en carreteras de todo el país y permanecen allí hasta que se atienden sus demandas-, el gobernador de Salta, Juan Carlos Romero, comparecía en el coloquio anual de los empresarios, que se celebraba en la ciudad de Mar del Plata, donde daba cuenta de sus logros en la administración.Al mismo tiempo, en Tartagal, un conductor de ómnibus al que su empresa le debía nueve meses de salario, padre de cinco hijos, y llamado Aníbal Verón, caía muerto de un disparo en el pómulo izquierdo durante la batalla campal de los piqueteros que arrojaban piedras contra la policía armada. El crimen echó gasolina a la bronca y la furia incendió el pueblo. La turba asaltó la comisaria, tomó de rehenes a cuatro policías, liberó a los presos, robó las armas, arrasó los edificios públicos, destrozó la terminal de ómnibus, saqueó los comercios y dejó una estela de fuego detrás suyo.
En Mar del Plata, el gobernador decía que "Salta es una de las provincias que más han crecido, pero no puede eludir la situación nacional". Según Romero, la bala que mató a Verón era de un calibre distinto al que usa la policía provincial y acusó a los piqueteros de "vandálicos". Pero el viernes por la tarde, en la reunión de empresarios, el anunciado y temido "estallido social" -que podría reproducirse en cualquier sitio del país en los próximos días cuando se confirmen las huelgas generales anunciadas por los dirigentes de las tres centrales sindicales- no era la preocupación central del encuentro. Se aguardaba con ardiente impaciencia la llegada del presidente Fernando de la Rúa como si fuera el jefe del cuartel central de bomberos.
Durante la semana, los rumores intentaron rebajar al mínimo la autoridad del ministro de Economía, José Luis Machinea. Los indicadores económicos oscilaron entre cumbres y abismos. Aumentaba el llamado "riesgo país" por encima de los mil puntos, un registro histórico; bajaban las acciones en la Bolsa, y el dinero caliente entre los bancos se prestaba a tasas del 25% anual.
El ministro del Interior, Federico Storani, dijo en el coloquio de empresarios que algunos grupos económicos quieren "desestabilizar" al ministro de Economía. Según Storani, "son aquellos que quieren la dolarización de la economía y trabajan para un nivel de mayor dependencia de los Estados Unidos".
El presidente ratificó en su cargo a Machinea por cuarta vez en quince días, que, a su vez, se ofreció a renunciar tres veces en el último mes, y entre ambos hicieron el anuncio más esperado: El Fondo Monetario Internacional se comprometió a un asistencia en créditos estimada en más de 10.000 millones de pesos.
Con ese respaldo, el Gobierno espera que "se tranquilicen los mercados". De la Rúa admitió esta vez que "el país está mal" y reclamó unidad nacional "sin mezquindades ni intereses sectoriales". El jefe del Estado atribuyó la inquietud a una "histeria adolescente" y dijo: "Hay desconfianza en los mercados porque nos comportamos como una juvenilia política".
A esa hora todavía sonaban disparos y se producían corridas en los alrededores de Tartagal. El gobernador Romero se disponía a decretar el estado de sitio en los pueblos del norte de la provincia y a pedir refuerzos a la Gendarmería. Las tres centrales sindicales anunciaron paros, huelgas y movilizaciones para esta semana. Ayer por la mañana, el peronista Carlos Ruckauf, gobernador de Buenos Aires, que está ya en campaña para las elecciones generales de 2003, dijo que se proponía ayudar al presidente: "De la Rúa está frente al precipicio y yo no lo voy a empujar".
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