"El propósito no es abolir la muerte, sino prolongar la vida"
La investigación sobre el envejecimiento del cerebro y su patología vascular han convertido al profesor ucraniano-canadiense Vladimir Hachinski, de 59 años, en una autoridad mundial en el campo de la neurología y neurociencia, por lo que la Universidad de Salamanca lo ha investido doctor honoris causa bajo el padrinazgo del profesor Julio Fermoso y del Instituto de Neurociencias. Este humanista, que cultiva la música (es autor de un estudio junto con Cristóbal Halffter y Alberto Portera) y la poesía y está reconocido como un hispanista, ha establecido además la definición de conceptos y criterios clínicos utilizados universalmente.Hachinski, profesor en la Universidad de Western, en Ontario (Canadá), afirma que "estamos a punto de cambiar el cerebro mismo, o estamos adquiriendo las herramientas con las que cambiarlo", avance que relaciona con la "cartografía funcional cerebral, que son las técnicas que permiten ver qué parte del cerebro está activada cuando alguien piensa, siente o hace algo; así, por primera vez podemos combinar la capacidad de introspección (qué es lo que pensamos) con la observación de ese comportamiento y de qué partes del cerebro están involucradas". Esto permite, por ejemplo, afrontar un diagnóstico temprano de la enfermedad de Alzheimer.
En el campo del Alzheimer, el profesor Hachinski destaca el paso significativo que ha sido poder conocer que los factores de riesgo para el ictus (infarto cerebral) son semejantes a los del Alzheimer. Ahora se ensaya si el control de los factores de riesgo puede influir en esa demencia.
"El paso más corto que ahora podemos dar para paliar, prevenir o, al menos, retrasar el Alzheimer es prevenir el ictus. El hecho de que probablemente en los enfermos que tienen riesgo de Alzheimer el ictus puede precipitar esa demencia permite plantear que si prevenimos el ictus, es posible que una parte de las demencias puedan evitarse o al menos, postergarse. Creemos que un mecanismo importante común al ictus y la enfermedad de Alzheimer es la inflamación cerebral. He conocido que el Instituto de Neurociencias de Salamanca desarrolla una investigación relevante en torno a ese problema, al igual que mi grupo, y por ello exploramos la posibilidad de colaborar", dice el neurocientífico, que considera que éste puede ser uno de los caminos más fructíferos para identificar fármacos que permitan abordar la demencia.
A pesar de los avances, Vladimir Hachinski apunta que el límite biológico sitúa "el paréntesis de la vida útil probablemente en los 120 años", por lo que "el propósito no es abolir la muerte, sino prolongar la vida útil", explica. Y añade que "se equivocan quienes afirman que prevenir y postergar el Alzheimer originará cargar con viejos decrépitos que costarán un dineral, porque resulta que una persona que muere a los 70 años cuesta mucho más que una que muere a los 90".
Se trata de problemas que no deben encararse aisladamente, sino dentro de un entorno social, político y ético, por lo que Hachinski considera primordial "integrar el conocimiento", frente a la desarticulación y fragmentación de las neurociencias, ya que "conociendo el cerebro, tenemos la capacidad de intentar modificar el futuro de forma benéfica."
Como aportación a la definición de conceptos, el neurólogo sugirió en Salamanca que podría denominarse "neurognosis" (cerebro y conocimiento) la disciplina que incorpore el conocimiento de las otras materias. Incluso apuntó que "Salamanca es el lugar ideal para comenzar este proceso, por su tradición humanística universalmente reconocida", unida "a los avances científicos que ha producido en su rama científica".
"Hablo de algo práctico, porque no sé si el cerebro es desentrañable, pero sí sé que hay mucho conocimiento aún por adquirir. Será un camino sin fin, pero moriremos aprendiendo", dijo el profesor Hachinski. "Hemos aprendido", destacó el científico, "que, en contra de lo que pensábamos antes, el cerebro sigue creciendo, si no en neuronas, sí en dendritas y que aún cuando el adulto tiene una lesión cerebral, se ha demostrado ahora en los humanos que, por lo menos en el hipocampo -que tiene que ver con la memoria-, se siguen dividiendo neuronas nuevas". Un campo muy reciente de investigación, que "permite la esperanza de que en un futuro cercano sea posible ponerle células al cerebro, bien de fuera o bien de dentro. De dentro sería un proceso natural, pero tendremos que aprender cómo podemos animar a esas neuronas a ir al lugar al que deben ir y a establecer conexiones nuevas", precisa Hachinski, fundador y presidente del Club de Londres de Historia Médica, introductor de las denominadas unidades de ictus.
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