El deterioro de los archivos de canto gregoriano alerta a Bellas Artes
Halffter y Fernández de la Cuesta exponen la situación a la Academia
El polvo, la humedad y, sobre todo, el desinterés pueden enterrar definitivamente los cientos de cantorales que poseen las catedrales españolas. Los músicos y académicos Cristóbal Halffter e Ismael Fernández de la Cuesta han presentado hace unos días en la Real Academia de Bellas Artes su preocupación por el deterioro de este importante patrimonio. "La pérdida de los archivos de canto gregoriano es parte de un problema aún mayor: la falta de conciencia del español hacia su patrimonio musical, que es parte fundamental de nuestra cultura", dice Halffter.
La música en lámparas
Cristóbal Halffter e Ismael Fernández de la Cuesta han expresado a los académicos de Bellas Artes su preocupación por una situación que, según Halffter, es "más que preocupante". "Estamos perdiendo nuestra música, documentalmente y culturalmente", añade desde Viena el músico y compositor.Si Halffter expresa una preocupación "más general" hacia la pérdida del patrimonio musical, Fernández de la Cuesta se detiene en un ejemplo muy concreto: el de la pérdida de los cantorales, o libros corales. Es decir en el peligro que corren los incalculables (por valor y volumen) manuscritos de canto gregoriano que poseen las catedrales españolas. A pesar de su gran tamaño (miden casi un metro de altura por 80 centimetros de ancho) los cantorales sobreviven en los lugares más inaccesibles de las catedrales. "Los cantorales son tan grandes porque su escritura es también muy grande; era así para que los coros pudieran leerlos desde lejos", explica Fernández de la Cuesta, que añade: "Cada catedral española posee cientos, y a pesar de eso, es imposible acceder a ellos para detener su deterioro y su pérdida".
"Yo he visto pergaminos de cantorales convertidos en lámparas", dice Fernández de la Cuesta, "y he comprado hojas sueltas en Toledo". Los cantorales, debido a su gran tamaño, dejaron de usarse en los coros a principios del siglo XX, pero su "desaparición" se remonta a hace cincuenta años. Desde entonces se supone que se mantienen en enormes cajonerías en lugares recónditos de las catedrales."Los cantorales forman parte de nuestra historia musical, son partituras originales y nuestro deber es fotografiarlos, clasificarlos y conservar los originales en lugares secos". Ismael Fernández de la Cuesta, especialista en canto gregoriano y académico de Bellas Artes desde hace un año, logró, como director del coro de monjes de la abadía de Silos, uno de los éxitos discograficos más inesperados de los últimos años. Tanto Fernández de la Cuesta como Cristóbal Halffter han expuesto en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando las razones de su preocupación por la pérdida de un patrimonio que consideran fundamental para la musicología española.
"Lo indignante", señala Fernández de la Cuesta, "es que en catedrales como la de Burgos y Segovia se están haciendo obras enormes que no contemplan la conservación de estas partituras, que además poseen una magnífica encuardernación y bellísimas miniaturas". "Algunos canónigos, afortunadamente no son todos", continúa Fernández de la Cuesta, "no quieren dejarse asesorar y mantienen en el mayor de los oscurantismos estas piezas, que son parte de nuestro patrimonio. Los obispos y canónigos, con un celo malentendido, no dejan actuar a los especialistas porque entienden que los investigadores, al estudiar su patrimonio, les están robando la propiedad sobre ellos. A mí, una vez en una catedral no me dejaron fotografiar unas partituras porque pensaban que si las fotografiaba pasarían a ser propiedad de todos y se las quitarían. Es una situación que debe cambiar ya si no queremos perder definitivamente estos importantes archivos".
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.