Un Hospital en plena jungla

David Sobrano corre todos los días de tres a cuatro kilómetros. Acude a un gimnasio regularmente para fortalecer piernas y espalda. También bucea y practica la escalada. Desde que comenzó la cuenta atrás de la expedición Pará, organizada por el Centro de Investigaciones Científicas de Marbella (CIC) con el fin de construir un hospital en plena selva amazónica, lleva a cabo un estricto entrenamiento.Este joven de 27 años permanecerá durante los dos próximos años en una isla de unos 50.000 metros cuadrados situada en el río Xingú, a 30 kilómetros de la ciudad brasileña de Altamira. Su labor será la de distribuir los medicamentos que los componentes de esta asociación sin ánimo de lucro enviarán regularmente a la zona, recibir a los médicos voluntarios y coordinar los trabajos de construcción del centro médico, que se calcula que duren al menos un año.

Tendrá que acostumbrarse a andar por la selva con una humedad del 80% y un peso de 20 kilogramos a la espalda. "También es importante estar mentalizado contra el agobio de los mosquitos y las plantas urticantes", asegura, al mismo tiempo que reconoce que "los cocodrilos en el río ya son otra cosa". Tampoco esto le desanima demasiado. "Es como un sueño, tengo la edad ideal y si no lo haces ahora te apalancas", argumenta.

La expedición partirá hacia Brasil el próximo 5 de noviembre, y durante el primer mes David estará acompañado por los otros once marbellíes que componen esta aventura humanitaria, que dirige José Miguel Ogalla, experto en tribus amazónicas. El CIC tratará de reunir en los próximos días los 16 millones de pesetas que cuesta la construcción del centro médico, que contará con dispensario, quirófano, laboratorio y cabañas para los médicos voluntarios, además de un ultraligero y varias lanchas rápidas para los desplazamientos de los especialistas en enfermedades víricas. Los gastos del viaje y manutención correrán por cuenta de cada uno de los doce miembros de este equipo.

En la zona donde se levantará este pequeño hospital conviven más de 3.000 familias, con una media de entre tres y seis hijos, de los que sólo están censados el 20%. La falta de atención médica de estos ribereños, que durante la época de lluvias deben recorrer más de 80 kilómetros para llegar al centro médico más cercano, hace que esta población ostente el terrible récord de tener el mayor índice de mortalidad infantil del mundo.

Este no es el único proyecto humanitario que ha llevado a cabo el Centro de Investigaciones Científicas desde su fundación en el año 1981. José Miguel Ogalla, alma máter de este "club de amigos", ha recorrido prácticamente todo el planeta. Calcula que él y sus compañeros de aventura han podido distribuir a lo largo de todos estos años "más de 5.000 kilos de medicamentos" por todo el mundo. El año pasado año partieron en un velero desde Puerto Banús hasta el Amazonas para observar in situ la deforestación de la zona y ofrecer ayuda humanitaria. "Esta nueva expedición es nuestro proyecto más ambicioso, y se trata de ayudar a más gente en momentos de peligro", explica José Miguel, de 43 años. Los miembros de sus expediciones no siempre han salido bien parados. Han padecido todo tipo de enfermedades tropicales, sufrido picaduras de serpientes y de ácaros e incluso los indígenas a los que trataban de ayudar les han apuntado con sus flechas. "Para charlar y no parar", recuerda. Pese a todo dice que prefiere "sentir la sensación desde la arena".