_
_
_
_
_
Polémica por un encarcelamiento

"La rabia que tengo por dentro es muy grande", asegura la condenada

Con su pequeña hija Tamara de 12 años de la mano, Teresa de Jesús Moreno, Tany, acudió ayer por la mañana al Ayuntamiento de Rivas (Madrid) para desde allí dirigirse a la Audiencia Provincial de Madrid, donde tenía que recoger la orden de ingreso en prisión. "Estoy hecha polvo", fueron sus primeras palabras ante los vecinos que la esperaban.A Tany le quedaban sólo siete horas para despedirse de sus hijos. "Es lo que más me duele, dejarles solos. Si no fuera por ellos, me habría quitado de en medio. Lo que les pido a ellos es que sigan juntos y que pase lo que pase sigan unidos", dijo.

La mujer no pegó ojo durante su última noche en la que ha sido su casa durante cuatro años. Los médicos que están cerca de ella le dieron unos tranquilizantes que a penas le hicieron efecto. "Soy incapaz de caminar. Las piernas no me sujetan", exclamaba al enfrentarse con una escalera que la llevaría hasta el coche de la Policía Municipal que la trasladó hasta la Audiencia Provincial.

Más información
Dos mil personas acompañan hasta la cárcel a la mujer maltratada que mató a su marido

"Es muy fuerte pasar por todo esto, por algo que no he hecho, es muy triste. La impotencia y la rabia que tengo dentro es muy grande", añadió. Tany sostiene que la muerte de su marido fue consecuencia de un forcejeo durante una discusión, si bien el tribunal que la juzgó no creyó esta versión.

Rivas amaneció ayer empapelada de carteles pidiendo el indulto para su vecina. El colegio en el que estudia Eusebio, uno de los hijos pequeños de Tany, se convirtió en punto de referencia del movimiento vecinal. Los chavales dejaron sus clase para sacar a la calle sus pancartas. "Tany, el pueblo está contigo, ¿y el Gobierno?". "Mujer gitana y pobre, igual a cárcel". "Indulto ya". La condenada se paró por unos minutos para leer todas las muestras de solidaridad.

Poco después del mediodía, Tany llevaba en la mano la orden de ingreso en prisión. Entonces, no pudo más y se abrazó a Pedro, su hijo mayor, que será el encargado de cuidar a los pequeños de la familia en su ausencia. "Tengo escalofríos, todo esto me da escalofríos. Es una cosa triste y muy penosa pasar por todo lo que tengo de pasar. Me están matando desde los catorce años", añadió.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_