Fujimori organizó el regreso de Montesinos a Perú a través de una base militar
La salida del ex asesor Vladimiro Montesinos de Panamá y su llegada a Perú no fue una acción solitaria y desesperada, ni pilló por sorpresa a nadie del Gobierno. El presidente, Alberto Fujimori, que ya el 11 de octubre había reconocido que mantenía contacto telefónico con Montesinos, dio luz verde al regreso del siniestro personaje a sabiendas, como reconoció la noche del lunes, de que ello abría la puerta a la desestabilización. Para dar sensación de seguridad, Fujimori partió anoche rumbo a otras guarniciones militares. Le acompañaban los jefes del Ejército, de la Fuerza Aérea, de la Marina y el ministro de Defensa.
El presidente voló al departamento norteño de Tumbes para continuar su gira por las guarniciones militares y dar sensación de tener todo atado y bien atado. Fujimori se reunió con sus ministros poco antes de abordar el avión en una base militar, junto con los comandantes generales del Ejército, José Villanueva, de la Fuerza Aérea, Elesván Bello, de la Marina, Antonio Ibárcena, y el ministro de Defensa, general Carlos Bergamino. Los peruanos se preguntaban dónde está Vladimiro Montesinos tras el inesperado regreso a Perú del ex jefe del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN). El presidente, Alberto Fujimori, respondía a medianoche en una declaración improvisada a la prensa que conocer el paradero de Montesinos "no es en estos momentos, para los efectos prácticos, prioritario". Pasadas las dos de la mañana (hora peruana), Fujimori se dirigía a la sede del SIN, en el barrio limeño de Chorrillos. Allí pasó toda la noche del lunes sin que el Gobierno diera más explicaciones sobre las razones de la prolongada visita ni de la identidad de sus interlocutores. Nadie alberga ninguna duda de que el presidente compartió, como en los viejos tiempos, la velada nocturna con su asesor de inteligencia. Terminaba así una jornada cargada de tensión, que comenzó con el aterrizaje en suelo peruano del avión que trasladó desde Panamá al hombre más odiado en Perú.
Los hechos de las últimas horas desmienten las palabras del presidente y revelan lo que el silencio gubernamental calla. ¿Quién manda actualmente en Perú? "Yo ejerzo el total control como jefe supremo de las Fuerzas Armadas", aseguraba Fujimori después de recorrer las principales instalaciones de la Segunda Región Militar, que comanda el general Luis Cubas Portal, cuñado de Montesinos. Acompañado por el presidente del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, general José Villanueva Ruesta; de los ministros de Defensa e Interior (ambos militares); de los seis edecanes de las distintas Fuerzas Armadas, y de un amplio despliegue de seguridad, el jefe del Estado visitó, entre otras, las dependencias de la División de Fuerzas Especiales (DIFE), el SIN, el Batallón de Comandos y la Escuela Militar.
Las cámaras captaron a un ajetreado Fujimori dando instrucciones, tomando notas y hablando por teléfono rodeado de uniformados. ¿Qué tranquilidad transmite un presidente que asegura que manda sobre los militares mientras va de un cuartel a otro poco menos que como una marioneta? ¿Cómo evitar la proliferación de sospechas después de pasar la noche entera en la sede del servicio de inteligencia, que oficialmente ha sido desactivado? Hasta el momento, nadie ha dado respuesta a estas preguntas ni a los motivos que han llevado de regreso a Perú a Montesinos. Pero con el paso de las horas van despejándose las dudas.
El presidente encargó al ministro de Defensa, general Carlos Bergamino Cruz, la coordinación con las Fuerzas Armadas para facilitar el viaje de regreso. Según reveló el diario La República, para cumplir su cometido, el ministro utilizó un teléfono móvil que está asignado a la Comandancia General de la Fuerza Aérea, desde cuyas instalaciones se mantuvo en contacto permanente con Montesinos hasta que su avión aterrizó en la base de Pisco. Allí se trasladó el ministro Bergamino para dar la bienvenida al ex jefe del SIN, garantizándole su seguridad, y preparar su desplazamiento hasta Lima, a unos 250 kilómetros. Fujimori dijo a sus ministros que se enteró del viaje de su asesor cuando éste abandonó Panamá.
La vuelta de Montesinos ha desmentido las versiones que insinuaban que su ruptura con el presidente era definitiva. En su primera comparecencia ante los periodistas, Fujimori evitó toda crítica, por velada que fuera, a su brazo derecho, y llegó a justificar el regreso a Perú debido a la difícil situación que vivía en Panamá. Por el contrario, Fujimori fue contundente con el primer vicepresidente, Francisco Tudela, que ha presentado la dimisión, a quien trató de cobarde -"cuando las papas queman hay que dar la cara", vino a decir-.
Valentía ante la crisis
El presidente se autocitó como ejemplo de valentía y de mantenerse en su puesto: "Para mí también hubiera sido muy fácil decir: renuncio. Pero, señores, cuando hay un problema, hay una crisis, aquí estoy yo, estoy al frente para que sigamos construyendo un país que tenga viabilidad de futuro". Fujimori recordó, como ejemplos de su valor, el asalto a la embajada japonesa por un grupo guerrillero del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA) en diciembre de 1996, pero olvidó que en noviembre de 1992, cuando un grupo de militares constitucionalistas trataron de levantarse contra el autogolpe de abril de ese año, se refugió en la Embajada de Japón.
Las noticias de Panamá indican que Montesinos trató de abandonar el país sigilosamente, aunque el plan secreto fue descubierto por la prensa. El Gobierno de la presidenta Mireya Moscoso ya puede respirar tranquilo después de tener durante un mes en su territorio al incómodo huésped. Aunque formalmente no le habían negado la concesión del asilo, hasta el sábado pasado las autoridades panameñas habían dado largas a la solicitud del ex jefe del SIN.
Ahora, el caso queda cerrado en Panamá y la puerta no se abrirá más para alguien que no es objeto de ninguna persecución política en su país. En una carta a la presidenta Moscoso, Montesinos alegó razones de seguridad para justificar su salida. Su abogado llegó a decir que recibió amenazas de la organización Sendero Luminoso, prácticamente extinguida en Perú.
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