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El río secuestrado

Las minicentrales hidroeléctricas secan decenas de kilómetros de los cauces del Ter y el Llobregat

Miquel Noguer

En medio del río Ter, en Sant Quirze de Besora, se alza un dique que almacena centenares de metros cúbicos de agua. Detrás del muro, el río aparece seco. Y así continúa hasta unos kilómetros más abajo, donde el agua vuelve a fluir. Durante este guadianismo, el agua transita por una acequia paralela y, haciendo girar una turbina, produce miles de kilovatios. Pero el río se ha quedado seco o, en el mejor de los casos, se ha transformado en un riachuelo de no más de un metro de ancho. "Un auténtico secuestro del río", aseguran los colectivos ecologistas.Las minicentrales eléctricas que a lo largo del último siglo se han instalado en las márgenes de los ríos de montaña de Cataluña están a punto de acabar con un hábitat natural que necesita agua para existir. El Ter, el Llobregat y sus afluentes pirenaicos son los ríos más perjudicados por la instalación masiva de este tipo de centrales. Sólo en el curso alto del Ter y en el Freser -el afluente que baja del valle de Núria- hay 45 minicentrales. Según los ecologistas del Grupo de Defensa del Ter (GDT), unos 70 kilómetros de estos dos ríos permanecen secos la mayor parte del año debido a la existencia de estas instalaciones, aunque las lluvias de ayer -más de 70 litros por metro cuadrado- han aminorado el problema. El Llobregat sufre la misma sequía. Entre su nacimiento, en Castellar de n'Hug, y el pantano de La Baells, una docena de centrales provocan desequilibrios en su caudal. En algunos tramos está seco. En otros, lleva un hilo de agua.

Grupos ecologistas denuncian la desaparición de fauna y flora del Ter

En mayo, una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña confirmó la potestad del Departamento de Medio Ambiente para limitar el aprovechamiento hidráulico de los ríos catalanes. Concretamente, el tribunal estimó que las concesiones obtenidas por los propietarios de las minicentrales no les confieren derechos absolutos ni adquiridos sobre la totalidad del caudal del río. "Se da prioridad a la vida del río por encima de los intereses económicos", interpretan los ecologistas del GDT. Pero nada parece haber cambiado desde la publicación de esta sentencia. "La sentencia atribuye plena potestad a Medio Ambiente para actuar contra las centrales que sequen los ríos. De momento no lo ha hecho", afirman los ecologistas.La mayor parte de las minicentrales eléctricas que funcionan en Cataluña tienen su origen en la industrialización del siglo pasado. Muchas fábricas y colonias textiles del Llobregat y el Ter construyeron pequeñas presas y diques para ganar desnivel y asegurar un buen rendimiento de las turbinas. Cuando las fábricas cerraron o las centrales quedaron pequeñas, sus propietarios las reformaron para poder vender la energía. Los compradores son las grandes compañías eléctricas, que abonan por esta energía un precio preestablecido por la Administración que deja un sustancioso beneficio al productor, generalmente pequeños empresarios de la zona. Los daños causados al cauce son la otra cara del negocio.

Cuando el agua desaparece del río, la vida de éste se apaga. Un informe de la Asociación para el Estudio y la Mejora de los Salmónidos (AEMS) indica que la trucha y la anguila sólo tardan dos años en desaparecer del tramo del río afectado por las centrales. Los salmónidos ponen sus huevos en las orillas y, por tanto, la disminución no natural del nivel del agua provoca que las puestas no se realicen, con el consiguiente peligro de extinción para la especie. La flora tampoco se salva, puesto que muchas especies fluviales no sobreviven a los constantes cambios de caudal ni a periodos prolongados de sequía.

La principal dificultad a la hora de poner orden en la explotación de caudales es la falta de regulación en el sector concreto de las minicentrales eléctricas. "Los empresarios siempre dicen que respetan el caudal ecológico, pero nadie sabe cuál es éste", afirma un portavoz del GDT. El consejero de Medio Ambiente, Felip Puig, aseguró durante una reciente visita a las poblaciones del curso alto del Ter que su departamento está trabajando en la elaboración de un estudio de aprovechamiento hidráulico de la zona para aplicar el denominado Plan de Caudales Ecológicos. Puig se dio un plazo de seis meses para finalizar el estudio. Los ecologistas dudan de esta promesa y de todas las que hablen de mantener el caudal ecológico. En opinión del GDT, tras esa idea suele haber un error, ya que "el caudal ecológico de un río es el que tiene de forma natural, no el que el hombre le imponga".

Un lucrativo negocio

La Generalitat tiene concedidas un total de 250 licencias de régimen especial para minicentrales. Bajo esta denominación se agrupan las instalaciones con permiso para vender energía a otras empresas. A ellas hay que sumar las minicentrales de uso particular o propiedad de empresas que utilizan la energía en su propio proceso productivo. A pesar del impacto ambiental que comportan, sólo el 2,4% del total de la energía eléctrica producida en Cataluña sale de las minicentrales. Y son un gran negocio. El informe de la AEMS asegura que el capital invertido durante los aaños setenta y ochenta se ha revalorizado un 200%. Una vez construida, la central necesita un mantenimiento mínimo. Además, el funcionamiento está automatizado, de manera que no requiere mano de obra.

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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