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Carlos Pazos muestra su visión irónica del mundo a partir de desechos

La sala Amárica de Vitoria se ha transformado desde ayer en el hogar de Carlos Pazos (Barcelona, 1949). Y después de un paseo por este amplio espacio, el visitante termina convencido de que así tenía que ser: el mundo del creador catalán exige la implicación del lugar que, aunque sea temporalmente (hasta el 26 de noviembre), se dispone a habitar. Está decorado con las obras que componen Sindetikon, un homenaje al pegamento de su niñez, con el que comenzó a unir objetos de procedencia incierta.

Las paredes de las salas se han pintado de colores. "Me horrorizan las casas con paredes blancas; no me gusta neutralizar las cosas", explica Carlos Pazos. Sindetikon es una muestra extensa de uno de los creadores más singulares de su generación. Hasta Vitoria ha llegado el trabajo que ha realizado en los últimos años, que se puede dividir en cinco series, pero que mantiene una unidad que las sobrepasa: el buen humor, indispensable; la ironía, el cariño por los recuerdos personales y el respeto por cualquier objeto que los demás abandonan en manos del olvido, todo ello aderezado con una cierta elegancia melancólica.Éstos son algunos de los ingredientes de las decenas (alrededor del centenar) de obras que ha preparado Pazos para esta exposición, que ha sido producida por el Museo de Bellas Artes de Álava (al que pertenece la sala Amárica), el Museo de Teruel y el de la Universidad de Alicante.

Pero no es una exposición cerrada. Como explica el artista, las series están abiertas a nuevas aportaciones que surgen misteriosamente en el propio estudio: "Es cierto que no suelo trabajar en el estudio, donde voy almacenando las piezas que recojo, encuentro o busco en las ciudades en las que vivo o visito. Suelo preparar las obras en la sala, fumando un buen puro y escuchando a Elvis Presley, pero luego, los objetos se aproximan unos a otros en respuesta a mis ideas", comenta Pazos.

La exposición engancha desde la primera pieza, Dios os guarde, procedente de la serie Desazosegados (en la que se juega con espejos viejos, con el reflejo perdido en parte). Es una pequeña introducción para otra serie, titulada Si estás, un divertimento con los objetos que devuelve el mar a la playa de Colliure, localidad francesa en la que el artista pasa los veranos. Allí, con el relajo de la sobremesa, ha creado esta serie de cuadros que buscan los juegos de grecas que tienen los alicatados.

A partir de aquí continúa un recorrido en el que, en una excelente relación entre literatura y arte, los títulos de las obras también son reflejo de ese gusto por el juego: Acabados in, Cucciniamo con il cuore o Diez estampas de mártires y pecadores, una serie de escenografías que han sido fotografiadas por Luis Ros, en una colaboración que han firmado como Mic y Mau.

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