El protagonismo de la ONU

La ONU se ha convertido, por primera vez en 50 años, en una fuerza mediadora en el conflicto. Las tensiones históricas entre este organismo internacional y el Gobierno de Israel parecen haberse diluido, vislumbrándose una nueva etapa. En ella, Naciones Unidas podría desempeñar un papel trascendente en el arreglo pacífico, hasta ahora patrimonio exclusivo de los mediadores de EE UU.La dureza de algunas de las resoluciones de la ONU sobre Israel y la actitud de rebeldía del Ejecutivo israelí, negándose sistemáticamente a su acatamiento (sobre todo en el caso de la resolución 242, dictada tras la guerra, en la que se insta a la retirada de los territorios ocupados por las armas), habían quebrado toda posibilidad de diálogo.

La llegada de Kofi Annan a la secretaría general supuso el fin de la política de enfrentamientos con Israel propugnada por su predecesor, el egipcio Butros-Gali, mucho más propenso a la defensa a ultranza de la causa palestina, un resabio del movimiento tercermundista.

El nuevo responsable de la ONU ha optado por tácticas más sutiles; éstas le han permitido acercarse a EE UU y reconciliarse con Israel. Annan cruzó en junio, con éxito, la línea que separa la confianza de la desconfianza cuando, tras la retirada israelí del sur de Líbano, después de 22 años de ocupación, avaló la mayoría del repliegue de las fuerzas ocupantes. Naciones Unidas desestimó la mayoría de las las reclamaciones planteadas por Hezbolá, y formalmente por Líbano, que aludían que era una retirada incompleta e incumplía la resolución internacional.

Pero no todo el triunfo es de Annan; una parte del éxito de esta operación de entendimiento con Israel es obra del diplomático noruego Terje Roed Larsen, que hace cerca de año y medio fue nombrado representante personal del secretario general para el conflicto de Oriente Próximo. Larsen, que durante un tiempo fue vicesecretario general de la ONU y desempeñó un papel importante en las conversaciones secretas entre israelíes y palestinos previas al Acuerdo de Oslo, volvió a la zona con un objetivo primordial: ganarse la confianza de todos.