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LA CRISIS DE ORIENTE PRÓXIMO

Arafat y Barak aceptan hablar de paz

Annan, Clinton y Mubarak allanan los últimos obstáculos para la cumbre de Egipto

"Nuestros objetivos principales deben ser detener la violencia, restaurar la calma y la seguridad, y encontrar un camino para volver al diálogo y a las negociaciones" aseguró ayer Clinton en una breve declaración en los jardines de la Casa Blanca. En esa comparecencia, el presidente se comprometió a hacer "todo lo posible" para lograr un éxito, pero alentó contra toda euforia: "No nos hagamos demasiadas ilusiones; el camino que resta por andar es difícil y la situación, muy tensa".

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El protagonismo de la ONU

"Nuestros objetivos principales deben ser detener la violencia, restaurar la calma y la seguridad, y encontrar un camino para volver al diálogo y a las negociaciones" aseguró ayer Clinton en una breve declaración en los jardines de la Casa Blanca. En esa comparecencia, el presidente se comprometió a hacer "todo lo posible" para lograr un éxito, pero alentó contra toda euforia: "No nos hagamos demasiadas ilusiones; el camino que resta por andar es difícil y la situación, muy tensa". Junto a Barak, Arafat y Clinton, estarán también el presidente egipcio, Hosni Mubarak, en calidad de anfitrión; el secretario general de la ONU, Kofi Annan; el representante de la Unión Europea, Javier Solana, y el rey Abdalá II de Jordania. No se descarta la presencia de Rusia por deseo expreso de los palestinos, que desean reincorporar a este país al proceso de paz. En Moscú no se había recibido invitación alguna, pero la diplomacia rusa decía hallarse preparada para viajar a Egipto en cualquier momento.

La convocatoria de la cumbre es fruto de una larga y compleja operación diplomática teledirigida desde la Casa Blanca. En los últimos siete días han participado, de manera coordinada, el secretario general de la ONU; Javier Solana; el emisario europeo en la zona, el español Miguel Ángel Moratinos; el ministro de Exteriores ruso, Ígor Ivanov, y el británico Robin Cook.

El último, y tal vez más difícil, obstáculo fue superado en la mañana de ayer. Arafat había impuesto en el transcurso de las negociaciones previas dos condiciones: la formación de una comisión internacional de investigación sobre lo sucedido estos días y el fin de las agresiones por parte del Ejército israelí. Aunque las reticencias palestinas fueron suavizadas tras una fortísima presión exterior, la clave estuvo en la visita que efectuó en la noche del viernes a Gaza el propio Annan.La operación de persuasión la coronó Mubarak, en la mañana de ayer, cuando recibió en Sharm El Cheik a un dubitativo líder palestino, quien apenas había podido conciliar el sueño. La entrevista finalizó con una llamada telefónica a Annan, comunicándole que el camino para la cumbre quedaba desbloqueado y que Arafat retiraba todas las precondiciones.

El Gobierno de Israel tardó menos de media hora en confirmar la presencia de su primer ministro a la cumbre. A pesar de la fiesta del Sabbath, la oficina de Barak difundió un comunicado, al parecer preparado de antemano, en el que se comprometía a acudir a la cita y valoraba el hecho de que "el presidente Arafat retirara las condiciones previas", que durante los últimos días habían enfangado la posibilidad del acuerdo.

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La convocatoria oficial de la cumbre fue acompañada de numerosos gestos y guiños de distensión. Israel, por ejemplo, se ha comprometido a no entorpecer el envío de ayuda humanitaria a los palestinos; Arafat, por su parte, ordenaba la detención de una docena de dirigentes fundamentalistas de Hamás, jefes de su brazo militar, liberados unos días antes. Esa distensión también era palbable en la calle, donde por primera vez en dos semanas reinaba una relativa tranquilidad.

La aceptación final de Arafat a acudir a la cumbre ha vuelto a poner de manifiesto la gran división existente en las filas palestinas. Los grupos radicales acogieron ayer con indignación el anuncio de la cita con Barak. El movimiento islamista Hamás, el principal partido de la oposición a la AP, emitió un durísimo comunicado en el que propugna la continuación de la Intifada y califica la cumbre como "una traición" y "una falta de respeto hacia la sangre vertida por nuestros mártires". El llamado Frente de Rechazo, que agrupa a los palestinos apoyados por Siria, también también se mostraron contrarios a una negociación con los israelíes, propuganando una continuación de la lucha callejera. En varias localidades palestinas han aparecido en las últimas horas pintadas alusivas a esa supuesta traición de Arafat.

La reunión del lunes en Egipto es, dicen los observadores, un gran paso; pero serán necesarios muchos más en la dirección adecuada para desandar estas dos semanas y recuperar lo más importante: la confianza.

Las esperanzas del presidente Clinton de lograr un acuerdo histórico en Oriente Próximo antes del final de su mandato, en enero, aún pueden estar vivas. Nada es imposible. Lo peor de la crisis de las dos últimas semanas ha pasado, pero la situación en la zona es tan explosiva y volátil, que cualquier inicidente, por mínimo que éste sea, puede volver a desencadenar el ambiente de pre guerra vivido el jueves y viernes. Por el momento, y ante la dificultad de la empresa, Clinton apela a la diplomacia también divina: el presidente pidió ayer a sus compatriotas que recen por el éxito de la cumbre. "Yo volaré hacia Egipto mañana para intentar poner de nuevo las cosas en orden y espero contar con vuestras oraciones".

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