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Josefina Llidó apoya la querella de ocho jesuitas contra Pinochet

Secuestro y torturas

Josefina Llidó, hermana del sacerdote alicantino detenido y desaparecido en Chile durante la dictadura militar, apoyó ayer la querella presentada esta semana por ocho sacerdotes jesuitas en la Corte de Apelaciones de Santiago contra Augusto Pinochet y comentó que "busca la justicia y la verdad", así como "recuperar la memoria" de Antoni Llidó.Un grupo de ocho sacerdotes jesuitas, cuatro de ellos españoles, presentó el pasado martes la querella criminal contra Pinochet por su presunta responsabilidad en el secuestro, las torturas y la desaparición del sacerdote español Antoni Llidó Mengual, que fue detenido en octubre de 1974 en Chile.

La hermana del desaparecido explicó que la nueva querella "es simplemente un paso más" y comentó: "Estos sacerdotes piensan que se ha mantenido demasiado tiempo el silencio y se sienten responsables del silencio de la Iglesia". "Los sacerdotes dicen que, de acuerdo a su conciencia, no pueden tolerar la injusticia y la impunidad y si no lo denunciaran estarían claudicando ante los crímenes contra la humanidad", añadió.

La hermana del sacerdote de Xàbia no se ha sumado a la nueva querella, pero recordó que "el proceso sigue abierto en la Audiencia Nacional" y comentó que "la semana pasada se pidió al juez Garzón que actuase contra todos los implicados en el secuestro y la desaparición de Antoni Llidó y del diplomático Carmelo Soria, y no solo contra Pinochet".

La querella de los ocho jesuitas contra Pinochet es por secuestro, torturas y asociación ilícita se suma a las otras 174 que se han presentado contra el ex dictador Augusto Pinochet en los tribunales chilenos y que instruye el juez especial Juan Guzmán, con quien se entrevistaron los sacerdotes.Antoni Llidó, el único religioso desaparecido durante la dictadura militar chilena, fue detenido el 1 de octubre de 1974 en Santiago por una patrulla militar que, según consta en el proceso, lo entregó a efectivos de la DINA, la policía secreta del régimen.

El sacerdote alicantino, de 38 años en el momento de su detención, desarrolló a comienzos de los años 70 su labor pastoral en barrios pobres de la ciudad de Quillota, a 100 kilómetros de Santiago. Tras el golpe militar, pasó a la clandestinidad al enterarse de que era buscado por los organismos de seguridad.

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Después de su detención, el sacerdote permaneció algunos días en un cuartel de la DINA situado en la calle José Domingo Cañas, de Santiago, donde fue torturado salvajemente, según relatos de otros presos políticos y que constan en la querella.

Más tarde fue trasladado al campo de concentración conocido como Cuatro Álamos, de donde fue sacado el 25 de octubre, sin que se haya vuelto a saber de él.

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