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Feria de Otoño

Esplá: "La casa Bienvenida para mí ha sido como el Vaticano"

Química en la plaza

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"Huele a torero". La afición tiene buen olfato. Apenas un buen aficionado echa pie a tierra (no es que venga a caballo, simplemente se baja del metro) saca a pasear la pituitaria y dictamina. Ayer se barruntaba algo grande. La plaza llena. No valía lo de invitar a la prima hermana de la cuñada de la vecina a cuenta del abono soportado con estoicismo. Cada uno en su sitio se arrojaba al noble arte de intercambiar abrazos, parabienes y deseos de felicidad. "Hoy, sí", se decían unos a otros. Eso o la versión más contundente: "Hoy sí que sí". En la memoria bullía intacto el recuerdo del año pasado: las dos orejas cercenadas a un victorino por un señor de nombre Esplá. Estaba Victorino Martín (acodado justo encima de chiqueros) y no faltó el torero de Alicante. Para más abundar, el que dicen que es el primer coso del mundo conmemoraba la muerte de uno de los más grandes matadores que ha visto: hace 25 años murió Antonio Bienvenida. Pisaba la arena desmonterado Luis Francisco Esplá y, primer comentario: "Huele a torero"."Para mí, la casa Bienvenida ha sido siempre como el Vaticano. Ha sido como un valor intocable", comenta Esplá. El diestro no duda en calificar la tarde de ayer de especial. Brindó su segundo toro, del que se quedó con una oreja, a Ángel Luis Bienvenida y en el gesto se iba mucho más que una simple norma de protocolo. "Cuando conocí a Antonio, yo era muy joven y no estaba lo suficientemente formado para emitir un juicio serio sobre su toreo. De toda la familia, con el que mejor me entendí es con Ángel Luis", dice y añade: "Pero lo importante en cualquier caso no es lo que pueda recordar. Un recuerdo, por otra parte, cubierto de brumas y que quizá ahora magnifique. Lo realmente importante es el concepto del toreo que representa la dinastía de los Bienvenida. El respeto, la tradición... Todo esto hoy ya se ha perdido. Y eso es el toreo, lo esencial del toreo".

Cuando murió Antonio, Luis Francisco era aún novillero. Ha pasado un cuarto de siglo y Esplá corta una oreja en Las Ventas. "Lo de menos", comenta, "es el trofeo. Hoy [por ayer] ha habido química con la plaza. El público ha aceptado y sintonizado con cada una de mis propuestas y eso es lo que cuenta. Ha habido suerte".En realidad hubo que esperar al cuarto de la tarde para que la suerte iluminara con su gracia el ruedo. Antes, el toro que hizo primero no dio opción. "No tenía fuerza delante y torearlo hubiese sido una provocación", dice. Todo cambiará. "Mi segundo ha sido noble. Aunque algo tardo, me ha dejado obrar fluido. Una suerte. Al fin y al cabo, esta tarde ha habido de todo, hasta toros completamente imposibles", añade.

Acaba la corrida. Esplá se despide. "Huele a torero", insiste una aficionada. Anda, habla, se comporta y, ya puestos, torea, como el torero que es. La pituitaria de la afición es fina.

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