Separatistas y separadores
Observa el autor que se están dando expresiones de un nuevo nacionalismo español, en respuesta a los periféricos.
Tomo prestada la expresión del gran Castelao, máxima figura del galleguismo cultural y político, aunque con un sentido diverso. Su obra Sempre en Galiza (1944), considerada por todos como la Biblia galleguista, incide una y otra vez en la idea de que los nacionalismos "separatistas" de Cataluña, Vasconia y Galicia son una reacción contra un nacionalismo "separador" anterior, el español. Sempre en Galiza es una extensa recopilación de los agravios, reales o inventados, infligidos por Castilla a Galicia desde la guerra entre los partidarios de Isabel la Católica y los de Juana la Beltraneja (1474-1479), ésta última apoyada por gran parte de la nobleza gallega. Obviamente el rianxeiro, que era más polemista que teórico, no se apercibió de lo contradictorio de su argumentación, pues si realmente el centralismo estatal hubiera sido la causa principal del nacionalismo gallego, éste habría surgido en el siglo XV. Sin embargo no apareció hasta principios del siglo XX, a la vez que una incipiente clase media urbana que pudiera servirle de base electoral.
Lo propio se puede decir de Cataluña, mutatis mutandis. La supresión de las instituciones privativas catalanas (y aragonesas) se produce a principios del siglo XVIII, pero el catalanismo político no se articula hasta finales del XIX. En Vasconia sí que parece haber una coincidencia en el tiempo entre la abolición foral (1876) y la creación del PNV (1895, fecha tradicional), pero se trata de un espejismo: el bizkaitarrismo originario es en primer lugar una reacción contra la industrialización y la inmigración de trabajadores de otras regiones y sólo secundariamente contra el "centralismo" (pues aquellos procesos jamás se habrían producido con el arcaico régimen foral, que impedía la exportación de hierro fuera del país).
Los nacionalismos catalán,vasco y gallego son fenómenos muy complejos, pero se explican mejor (aun parcialmente) por la debilidad del Estado español que por su fortaleza. En Francia, modelo de Estado centralizado, también hay vascos y catalanes, pero hoy por hoy el nacionalismo de estas minorías es meramente testimonial y en gran medida importado del Sur.
El franquismo confirió un halo democrático a los nacionalismos periféricos y cubrió de oprobio al español. En la medida en que el recuerdo de los cuarenta años de dictadura se ha ido disipando, los nacionalismos periféricos han ido perdiendo parte de su legitimidad histórica y el españolismo se ha manifestado sin tapujos.
Así se explica la ola "renacionalizadora" que nos invade, plasmada -por ahora- en el informe de la Real Academia de la Historia sobre la enseñanza de esta materia y en la Declaración de San Millán de la Cogolla realizada por cargos del PP. En estos momentos nos encontramos en la situación inversa a la imaginada por Castelao, es decir, no es que los nacionalismos periféricos sean una respuesta contra el españolismo imperante, sino que el nuevo nacionalismo español es fundamentalmente una respuesta contra los nacionalismos periféricos.
Los firmantes de San Millán nada han dicho por ejemplo de la hegemonía y del alemán en algunas zonas turísticas -en las que, sin que al parecer nadie se llame a escándalo, se pueden leer carteles de este jaez: "Se habla español"-, sino que se limitan a denunciar los supuestos agravios sufridos por la lengua castellana en ciertas comunidades bilingües. Es decir, lo mismo que hacía Castelao respecto a Castilla, pero al revés. Eso es ser separador.
De poco sirve repetir tópicos como que Cataluña, Vasconia y Galicia son inconcebibles sin el castellano, si sólo a regañadientes se admite que España es inconcebible sin el catalán, el vascuence y el gallego. Es demagógico denunciar como producto de la imaginación los agravios aducidos por el "otro" si lo que se hace a continuación es exagerar agravios.
Claro que no hay nada que se parezca más a un separatista vasco, gallego o catalán que un separador español.
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