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Familiares de la tripulación del 'Arosa' arremeten contra los armadores por el estado del buque

Xosé Hermida

El dolor de los familiares de los tripulantes del pesquero gallego Arosa, que se hundió el pasado martes al oeste de Irlanda, se entremezclaba ayer con las críticas a los armadores del buque. Los familiares arremetieron contra la falta de información por parte de los empresarios y se quejaron del supuesto estado de deterioro del barco, en el que faenaban 13 marineros. Sólo uno se salvó, cinco fueron encontrados muertos y otros siete permanecen desaparecidos. Los armadores sostienen que el barco, de 26 años de antigüedad, había pasado todas las inspecciones pertinentes.

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El marinero rescatado fue el único que no pudo ponerse el salvavidas

"Maldito mar"

Una peregrinación de familiares de los marineros fue llegando desde primera hora de la mañana de ayer al puerto de Marín (Pontevedra), donde se concentraron junto a las oficinas de la compañía armadora Mar de Udra a la espera de noticias. Nadie mantenía ya la más remota esperanza de encontrar con vida a los desaparecidos, pero al menos se esperaba la confirmación de las identidades de los cinco cadáveres rescatados. La información no llegó hasta media tarde, después de que el único superviviente, Ricardo Arias García, de 24 años, tuviera que pasar el mal trago de reconocer los cuerpos de sus compañeros muertos en el depósito de un hospital de la ciudad irlandesa de Galway.

Averías frecuentes

Los cinco cadáveres recuperados son los de Ramón Pardo Juncal, de 31 años, patrón de pesca y vecino de Bueu (Pontevedra); Eugenio Díaz Carracelas, patrón de costa, de 44 años, y Julián Soto Fuentes, de 40, contramaestre, ambos con domicilio en Marín; el cocinero José Ramón García Figueroa, de 49 años, vecino de Cangas do Morrazo, y José Antonio Ferreirós Pérez, de 57, residente en Lousame (A Coruña).

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Continúan desaparecidos otros siete marineros, cuatro de ellos gallegos, dos de la isla africana de Santo Tomé y uno de Ghana. Tres helicópteros, un avión y una decena de pesqueros locales prosiguieron ayer en Irlanda el rastreo de la zona del naufragio sin obtener resultados.

Persistía el fuerte viento y la escasa visibilidad, lo que impidió a los submarinistas acceder al casco del buque, hundido a unos siete metros bajo las aguas de la bahía de Galway.

"Maldito mar, odio el mar, lo odio", clamaba ayer por la mañana, desconsolada, la madre de uno de los tripulantes del pesquero, que se concentró junto a los demás familiares en el puerto de Marín. Cada uno trataba de sobrellevar su propio drama, algunos especialmente dolorosos como el de Mari Luz Campos, esposa del marinero Jesús Lafuente, de 31 años, que está embarazada de dos meses. "Me enteré de la noticia en un taxi", declaró, entre lágrimas, la mujer que, como el resto de los familiares, apenas ocultaba su indignación contra los armadores por no haberse puesto en contacto con ellos. Algunos de los allegados a los pescadores también criticaron el estado de conservación del buque. Según Mari Luz Campos, hace unos días, su marido, en una conversación telefónica, le confesó que estaba muy inquieto tras el hallazgo de una vía de agua en el casco del pesquero.

En ese momento, el Arosa se encontraba en un puerto inglés y, según Campos, su esposo le dijo que "habían llamado a unos buzos para ponerle una chapa y tapar la vía" de agua.

La tensión que se vivía entre los familiares forzó a los armadores, hasta entonces muy reacios, a comparecer ante la prensa. Daniel Martínez y Manuel Barreiro aseguraron desconocer los hechos denunciados por los familiares y se limitaron a insistir en que el barco fue inspeccionado por las autoridades del Reino Unido -país donde estaba registrado oficialmente-, que no advirtieron ninguna anomalía.

Sus declaraciones fueron corroboradas por el consejero de Pesca de la Xunta de Galicia, Amancio Landín, y por el gerente de la Cooperativa de Armadores de Marín, Juan Carlos Martín.

Fuentes de ese puerto pontevedrés admitieron que el buque, debido a su antigüedad, sufría averías con cierta frecuencia, pero explicaron que hace un mes fue inspeccionado en Marín por técnicos de mantenimiento y el casco estaba en buen estado. Hasta mañana, un forense irlandés no emitirá un informe oficial sobre el naufragio. El único superviviente relató que, cuando el Arosa se dirigía hacia puerto para buscar abrigo, en medio de un fuerte temporal, la tripulación sintió el ruido de un choque contra el casco. Pensaron que se trataba de un golpe de mar, pero en apenas un par de minutos se había abierto una vía de agua a causa, presumiblemente, de la colisión contra un bajío.

"No se trata de responsabilizar a los armadores", declaró José Manuel Muñiz, presidente de la Asociación Española de Titulados Náutico Pesqueros, "sino de exigir que las inspecciones sean mucho más rigurosas, sobre todo en el caso de barcos tan viejos" como es el caso del Arosa.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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