Los enfrentamientos hacen saltar en añicos el precario alto el fuego
Israelíes y palestinos trataron ayer de aplicar el alto el fuego pactado en la madrugada anterior. Los términos del acuerdo, que supone la tercera intentona desde que estalló la revuelta, fueron incumplidos por las dos partes, lo que provocó a partir de media tarde un rebrote de la violencia, que se saldó con otros cuatro muertos. Ya son cerca de sesenta, después de seis días de enfrentamientos. Los helicópteros de combate volvieron a disparar sobre los manifestantes en Gaza. El frágil principio de paz amenaza con resquebrajarse.
Las negociaciones para un cese el fuego, iniciadas desde el primer día del conflicto entre los servicios de seguridad de el primer ministro isarelí, Ehud Barak, y del presidente palestino, Yasir Arafat, parecían haber culminado con éxito en la madrugada del lunes al martes.Los dos equipos negociadores suscribieron un pacto por el que se comprometían a un cese inmediato de hostilidades, que comprendía además la retirada de las tropas israelíes a los puntos de partida anteriores al conflicto y la formación de una comisión internacional, con la misión de aclarar lo sucedido, especialmente en los hechos del pasado viernes en la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén.
Los carros de combate de las fuerzas del Ejército israelí empezaron a replegarse a primera hora de la mañana. Para empezar, lo hicieron en los puntos más visibles de la zona de los enfrentamientos: el Monte de los Olivos, en Jerusalén, y los accesos a la ciudad de Ramala, capital administrativa de la Autoridad Palestina, tanto en la parte norte como en la zona sur, colindante con la Ciudad Santa, además de en otros puntos secundarios.
El repliegue de las tropas israelíes supuso como contrapartida la retirada de las milicias paramilitares de Al Fatah -el grupo político de Yasir Arafat- Tanzim, que han participado durante cinco días en los enfrentamientos armados sirviendo de asesores y estrategas de los jóvenes lanzadores de piedras.
Todos estos hechos se tradujeron de inmediato en un incremento de la tranquilidad en determinadas localidades de Cisjordania, que tímidamente empezaron a retomar el pulso de la vida cotidiana y a entreabrir las puertas de sus comercios, a pesar de que se había decretado una huelga general, y que la medida de protesta no finalizó hasta la noche de ayer.
Volvieron los helicópteros
El principio de paz, sin embargo, fue alterado a primera hora de la tarde en Gaza, en los alrededores del asentamiento judío de Netzarim, donde de nuevo se produjeron enfrentamientos. Volvieron a actuar los helicópteros del Ejército israelí y lanzaron ráfagas de ametralladora contra varias viviendas. Los disparos causaron al menos dos muertos y dejaron más de 30 heridos.Más tarde se sumaría a la movilización Nablús, al norte de Cisjordania, bombardeada la noche anterior por cazas F-16, siguiendo así el ejemplo de Hebrón y Ramala, donde se volvió a cortar la carretera que la comunica con Jerusalén a su paso por el campo de refugiados de Kalandia.
"No he recibido ninguna orden de alto el fuego", afirmó contundente Marwan Bargouthi, jefe de la milicia Tanzim en Cisjordania, mientras que Mohamed Dahlan, responsable de seguridad en Gaza y autor del acuerdo de alto el fuego, acusaba a las tropas de Israel de haberse retirado sólo una decena de metros, en una operación puramente cosmética.
La paz ha quedado aplazada hasta mañana. Los servicios secretos del Ejército israelí vaticinan un futuro catastrófico. Los últimos informes filtrados ayer en la prensa de Jerusalén aseguran que el país tiene ante sí una oleada aún mayor de violencia y señalan la posible apertura de un nuevo frente de fricción, en el norte del país, junto a la frontera libanesa, de donde podrían partir ataques de la guerrilla de Hezbolá y de las milicias palestinas acuarteladas en los campos de refugiados libaneses.
Pero lo que más preocupa al Gobierno de Barak es la revuelta de los árabes israelíes en el interior del país en solidaridad con sus hermanos palestinos, que se inició hace tres días en la región de Galilea.
Nazaret vivió ayer de nuevo enfrentamientos entre soldados israelíes y miembros de la minoría árabe, con ocasión del entierro de las víctimas del día anterior. La violencia reapareció asimismo en las calles de Yafa, un barrio de Tel Aviv, uno de los centros turísticos más concurridos de la ciudad, donde los manifestantes atacaron con piedras a los autobuses del servicio público.
Por otra parte, el rey Abdalá II de Jordania ayer donó su sangre como signo de solidaridad con los heridos en la ciudad médica Al Hussein, donde están hospitalizados 15 palestinos desde el lunes, según un portavoz del palacio real. El rey había ordenado entablar una campaña de donación de los heridos. La Cruz Roja Española envió ayer cinco milones de pesetas a la Media Luna Roja palestina para atender a las víctimas.
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