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Preguntas sin respuesta

Aunque el varón occidental apenas utilice en su vida un par de espermatozoides para procrear, la posibilidad de una crisis real no deja de ser alarmante. Pero quizá lo más preocupante sea la cantidad de cuestiones no bien explicadas que rodean el asunto. Las variaciones geográficas, por ejemplo: ¿por qué los hombres de Nueva York tienen 132 millones de espermatozoides por centímetro cúbico, los de Roseville 101 y los de Los Ángeles sólo 73? Otro tanto ocurre con las variaciones estacionales: ¿por qué el esperma de primavera es más abundante y mejor que el de otoño? Los espermatozoides tardan unos setenta días en desarrollarse en los testículos y son muy sensibles a las altas temperaturas, pero la influencia del calor y las fluctuaciones hormonales son reacciones todavía poco conocidas. Como tampoco la influencia del estrés, de los medicamentos y drogas, de la alimentación y, en general, del estilo de vida. Son muchas las sustancias que hay que estudiar y quizá demasiados los factores que podrían afectar al esperma. Si ya es difícil dilucidar si existe o no una disminución de la cantidad, más difícil todavía es demostrar que exista una relación directa entre esa disminución y ciertas sustancias ambientales o estilos de vida. La cuestión de la calidad de los estudios tampoco es intrascendente ni hay que darla por supuesta, porque no es fácil controlar todas las posibles variables: abstinencia sexual, tabaquismo (afecta a la movilidad), consumo de alcohol (disminuye la concentración), oscilaciones sin explicación conocida. "Hacer un estudio perfecto, controlando todas las variables, es muy difícil", reconoce el andrólogo José María Vendrell.

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La polémica del espermatozoide menguante

¿Y qué decir de la calidad del esperma? El estudio de Rebecca Sokol indica que más de la mitad del esperma analizado era anormal (un 51% con problemas de movilidad, un 18% por concentraciones anormales y un 14% con formas raras). ¿Es esto normal?

Otro asunto es la divulgación interesada de unos u otros resultados. ¿Adivinan cuál es la postura sobre el tema de una institución tan respetable como el Worldwatch Institute, una organización independiente que analiza los indicadores medioambientales del mundo? En su informe Signos vitales 2000 avisa de que "los recuentos de espermatozoides están cayendo" en Estados Unidos y en Europa y que "los contaminantes ambientales podrían ser la causa". Aunque las afirmaciones están matizadas, se califica la situación como "un signo de deterioro de la salud humana".

Tampoco está claro por qué los principales investigadores son mujeres: Elisabeth Carlsen, Rebecca Sokol o Shanna Swan.

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