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LA NUEVA ALEMANIA CUMPLE 10 AÑOS

Berlín rompe el último muro entre el Este y el Oeste

Pilar Bonet

Dieter Hildebrandt, un berlinés de 44 años, va camino de convertirse en el símbolo de la nueva normalidad política alemana y también del fin de algunos tabués que han estado vigentes desde que la RFA engullera a la RDA hace diez años. Con el apoyo de la principal fuerza política del Gobierno federal, el Partido Socialdemócrata (SPD), este fumador empedernido y poco preocupado por los bienes materiales, que reside aún en un edificio prefabricado del Este de Berlín, será el primer militante del Partido del Socialismo Democrático (PDS), la formación política de los ex comunistas de la RDA, que desempeñe un puesto de responsabilidad en el Occidente simbólico de Alemania.Si los pactos entre el SPD y el PDS funcionan y los Verdes, algo reticentes, no se rajan, Hildebrandt será elegido a mediados de este mes como alcalde de un nuevo distrito reunificado de Berlín. Dos territorios antaño separados por el muro, el barrio de Friedrichshain (en el Este) y Kreuzberg (en el Oeste), se fundirán entonces en una sola entidad.

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El nuevo distrito, producto de la reorganización de la capital alemana en 12 distritos (en lugar de los 23 actuales), será una realidad administrativa a principios del año próximo. Pero, para que estos territorios que se han dado la espalda sean también una realidad social coherente, Hildebrandt deberá esforzarse mucho. El nuevo barrio tendrá unos 255.000 habitantes, de los cuales más de 30.000 se mantienen gracias a la asistencia social. Kreuzberg, la mayor concentración de turcos de Berlín, le aportará unos 50.000 extranjeros sin derecho a voto, los problemas de una sociedad multicultural y un 30% de parados, en gran parte jóvenes. Friedrichshain, donde en época comunista residían muchos funcionarios de clase media, aportará un 16% de parados y una gran necesidad de inversiones para restaurar sus viviendas e infraestructura deterioradas.

"No sólo será el barrio con los problemas sociales más graves de Berlín, sino también el barrio donde habrá la mayor discrepancia entre el dinero disponible y los problemas a resolver", dice Hildebrandt en su despacho de la alcaldía de Friedrichshain, donde hoy es concejal responsable de Educación, Cultura y Deportes. Para empezar está la falta de transporte entre ambos distritos. "De momento, sólo hay una vía comunicación, el metro sobre el Oberbaumbrücke", afirma el futuro alcalde, refiriéndose al puente sobre el río Spree, que fue un siniestro puesto fronterizo para peatones entre el Berlín Oriental y el Occidental. Un gran descampado con enormes posibilidades, pero pocas inversiones, marca hoy el límite entre los dos distritos. Se extiende en paralelo al Spree, como los restos del muro. El fragmento es el más largo que se ha conservado en la ciudad y está destinado a permanecer. Lo decoran obras de artistas internacionales (la llamada East Side Gallery) y goza de protección municipal como monumento.

Hildebrandt se considera a sí mismo "un socialdemócrata dentro del PDS". "Esto lo afirmo en relación a la plataforma comunista que existe en mi partido. Yo soy de los que pienso que no es una buena idea subrayar la herencia comunista del PDS", afirma este hombre que fue secretario del SED en la imprenta del diario Neues Deutschland, el órgano oficial del SED. Tras 20 años de permanencia en aquellos talleres, Hildebrandt dice estar orgulloso de "poder mirar a los ojos" a las personas que trabajaron con él. "Me parece bien que el PDS se enfrente a su pasado de forma muy crítica, pero también hay que darle una oportunidad de futuro", afirma, clavando en el interlocutor sus ojos chispeantes.

A la hora de concertar una política municipal, "entre el SPD y el PDS no hay muchas diferencias", dice Hildebrandt. Refrenda sus palabras Helios Mendiburu, el actual alcalde de Friedrichshain. Mendiburu, de origen español, considera a su concejal como un "pragmático que no siempre representa los intereses de su partido".

A escala federal, las diferencias entre el SPD y el PDS son mayores que a escala municipal. Como otros miembros de su partido, Hildebrandt no apoya la reforma del sistema de pensiones emprendida por el Gobierno rojiverde. La idea de compensar la rebaja de las pensiones estatales con pensiones privadas le parece una "nueva línea divisoria entre los pobres y los ricos". En lo que a Alemania del Este se refiere, Hildebrandt cree que el canciller Gerhard Schröder "es más precavido" que el democristiano Helmut Kohl a la hora de hacer promesas. Opina, sin embargo, que tanto uno como otro cometen el error de creer que "todo puede arreglarse con dinero". Lo que los alemanes del Este quieren, subraya, es ser tomados más en serio por los alemanes del Oeste, ser aceptados con su experiencia vital y su biografía. "La crítica procedente de los nuevos Estados federados (länder) alemanes, no significa nostalgia ni glorificación de la RDA ni la puesta en cuestión del sistema de la RFA, sino que debe ser considerada como una crítica constructiva". "Ninguno de los dos Gobiernos lo han entendido, aunque el actual ha hecho progresos". "Me parece positivo", agrega, "que el canciller haya realizado una gira por el Este de Alemania, aunque en gran medida se trate de un espectáculo organizado".

Por su arraigo, el PDS sigue siendo aún hoy un partido del Este de Alemania, pero Hildebrandt ve posibilidades de fortalecerse a escala estatal en el terreno que deja libre el SPD y el que han dejado los verdes. "No creo que en el futuro el PDS se diluya en el SPD. Nuestro puesto está más bien en el ala izquierda de la socialdemocracia. Nuestros votantes pueden ser los intelectuales críticos de izquierda que viven en la RFA", señala. A escala de Berlín, no puede quejarse. En Friedrichshain, el PDS fue el primer partido clasificado en las elecciones de 1999; en el Este de la ciudad es también el primero y en la capital en su conjunto, la tercera fuerza política, con más del 17% de los votos.

El PDS celebra en octubre un importante congreso en Cottbus. Lothar Bisky, el presidente del partido, y Gregor Gysi, el jefe del grupo parlamentario, abandonarán sus puestos. Byski, un cultivado intelectual, y Gysi, un abogado de vivo ingenio y uno de los más elocuentes oradores del Bundestag, han impulsado la democratización del PDS. Con su marcha se produce una situación peligrosa para el partido, porque los candidatos de las nuevas generaciones que les van a sustituir carecen del carisma de estos dos personajes.

Con el apoyo conjunto a Hildebrandt como alcalde en el nuevo distrito berlinés, el PDS y el SPD inician una colaboración que podría dar sorpresas en las próximas elecciones berlinesas en el 2004. En la capital alemana, el SPD es actualmente el socio menor de una coalición gubernamental con la CDU. Para los socialdemócratas, un cambio de alianzas puede resultar tentador. Y para los herederos del comunismo en la RDA, también. Algunos hablan de la posibilidad de que Gregor Gysi se convierta en alcalde de Berlín y las encuestas señalan que los berlineses no son indiferentes a este abogado polifacético, hijo de un ministro de cultura de la RDA. "¿Y por qué no? Yo puedo imaginarme cualquier cosa de Gysi. Incluso que llegue a ser presidente de la compañía Daimler Benz. Es un talento de múltiples facetas", afirma Hildebrandt.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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