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Por un euro

Nunca un puñado de calderilla, apenas 167 pesetas, había dado tanto que hablar. Según parece, un euro amenaza con causar una de las mayores catástrofes que se han vivido en Andalucía. Toda una plaga bíblica: puede poner en peligro nuestro turismo. Al menos, eso es lo que creen la derecha andaluza y los que se dicen representantes de los empresarios.Es posible que la ecotasa sea de difícil gestión o incluso que cause más problemas que beneficios, pero desde luego es desmesurado afirmar que es el problema más importante que tiene el turismo andaluz. O que un euro por turista y día sea un precio tan alto que vaya a hacer daño a la imagen turística de Andalucía, como afirmó hace poco el consejero de Turismo, José Hurtado, quien, por cierto, se sacó de la manga que la ecotasa tiene muy preocupados a los operadores turísticos alemanes.

Supongo que Hurtado puede pedir que le resuman lo que los periódicos y las televisiones alemanas vienen contando durante los últimos años. Si lo hace, comprobará que los alemanes están escandalizados no por los precios, sino por la masificación y las dudosas garantías higiénicas que ofrecen los destinos turísticos tradicionales y por el acelerado deterioro de las -hasta hace poco virginales- costas de Huelva y Cádiz. No se explica que se haga tanto ruido por menos de 167 pesetas, sobre todo cuando el incremento del precio de los hoteles andaluces en el último año fue de casi un 15%, un 5% más que el del resto de España.

En la carrera de despropósitos, la nota más alta la ha dado el secretario general del PP de Andalucía, un jovenzuelo de aspecto joseantoniano que es la viva demostración de que la juventud no garantiza el buen estado de revista de las neuronas. Antonio Sanz dijo el martes pasado que la ecotasa es "una puñalada por la espalda a la primera industria de Andalucía". Es una pena que su partido no ponga tanto dramatismo a la hora de criticar los destrozos en el litoral andaluz. Por el contrario, el PP los ha aplaudido: apoyó al GIL en la Mancomunidad de Municipios de la Costa del Sol y apoya al alcalde de Tarifa.

La ecotasa tenía una utilidad incontestable: abrir un debate sobre la conservación de nuestro entorno. Pero la mentalidad que prevalece es la cuantitativa, aquella de los tiempos del turista un millón. No es casualidad que los telediarios oficiales hayan destacado este verano la disminución del turismo en Baleares y dieron esta noticia como negativa, cuando en Baleares (y muy pronto en Andalucía) lo sensato es disminuir el número de visitantes y aumentar la facturación. Carece de sentido incrementar el número de turistas cuando no hay recursos suficientes y cuando la presión es tan fuerte que hasta se producen casi cotidianamente graves problemas de orden público, como sucede en verano en Mallorca. Pero es mucho más fácil conseguir un grueso titular que reflexionar sobre un asunto del que depende nuestro futuro. Quizá no se pueda esperar mucho más de una derecha económica que lleva por estandartes a dos personajes que tienen las profesiones menos schumpeterianas que se puedan concebir: un boticario y un cabildo catedralicio, dos figuras que desentonarían menos en La Regenta que en el Silicon Valley.

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