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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Al rescate de Europa

La intervención concertada del viernes por parte del Banco Central Europeo, la Reserva Federal de EE UU y los bancos de Japón y de Inglaterra para rescatar al euro refleja el interés general en una recuperación de la moneda europea, muy castigada por los mercados. El mensaje ha sido diáfano: las autoridades monetarias, y las políticas, quieren un euro más fuerte. Los coqueteos del canciller alemán, Schröder, con un euro débil porque favorece las exportaciones han quedado desautorizadas: las economías europeas se están viendo seriamente afectadas por la elevación de los precios del petróleo, agravada al expresarse en dólares, frente a los cuales el euro iba perdiendo terreno.Así, los bancos centrales han producido un bienvenido ápice de gobernación global y, a la vez, el G-7 recupera su labor de estabilización, una de las funciones esenciales para las que se creó. Pocas veces ha estado tan justificada una intervención de este género ante un euro cuya debilidad no tiene una explicación técnica. Ha quedado patente que si Estados Unidos puede valerse por sí solo, Europa ha necesitado de la contribución de la superpotencia para apuntalar su moneda, y que la Reserva Federal ha podido actuar incluso en plenas elecciones presidenciales: Clinton, finalmente, ha autorizado el uso de 30 millones de barriles de las reservas estratégicas de EE UU para forzar una bajada del precio del crudo. Claro que en el pasado también los europeos han ayudado al dólar.

Está por ver cómo se van a comportar en los próximos días los mercados, sabedores de que este tipo de intervenciones no se puede prodigar. Los primeros síntomas no han resultado alentadores. Además, persisten los problemas de fondo que afectan a los tipos de cambio del euro. Frente a EE UU, Europa tiene problemas para incorporarse a la nueva economía, careciendo sus mercados de la flexibilidad necesaria para lograrlo de forma rápida y alcanzar los espectaculares crecimientos de productividad registrados del otro lado del Atlántico. Las mayores dificultades que tienen las inversiones para entrar y moverse en Europa también contribuyen a este retraso. Europa es desde hace dos años una zona de la que salen capitales a largo plazo, incluso hacia EE UU, pese a la carestía del dólar.

Detrás de la debilidad económica del euro también hay carencias políticas en Europa. Las políticas presupuestarias paralelas no pueden suplir la falta de una unión económica y de una unión política que acompañe a la dimensión monetaria. Las dudas a este respecto, y en general las incertidumbres sobre el futuro de la construcción europea, no ayudan a la recuperación del euro, menos aún cuando la UE sigue inmersa en una crisis de liderazgo, agudizada con la reciente caída en los sondeos de dirigentes en principio estables, como Tony Blair o Lionel Jospin, o con la falta de peso político de la Comisión Europea presidida por Romano Prodi. Los problemas de política interior interfieren cada vez más en la marcha de la Unión Europea (posiblemente con la excepción de los avances hacia una identidad de seguridad y defensa). Dinamarca afronta el jueves un referéndum sobre la integración en el euro, significativamente con los sondeos en contra y la clase política a favor. Ante estas dificultades, Europa tendría que buscar un impulso político y un nuevo dinamismo económico. La intervención para apuntalar al euro puede dar un respiro o quedarse en señal. Sea como sea, ha de saber aprovecharse.

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