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Mohamed VI declina el realce que el Gobierno quiso dar a su visita

"Podía haber sido Jacques Chirac, pero se ha conformado con ser Abdoulaye Wade" [presidente de Senegal]. La frase, pronunciada por un funcionario español asociado a la preparación del viaje a España del rey de Marruecos, que empieza hoy, ilustra el perfil bajo que Mohamed VI ha querido dar a su estancia en contra de los deseos de sus anfitriones.

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Para su primera visita de Estado a España las autoridades españolas estaban dispuestas a ofrecer al joven rey privilegios concedidos a muy pocos jefes de Estado -uno de ellos el francés Jacques Chirac, que visitó España la pasada primavera- como es el de dirigirse a las Cortes Generales.A la diplomacia española también le hubiese gustado que Mohamed VI fuese a Granada, a recoger el doctorado honoris causa que su Universidad, en la que estudian casi mil marroquíes, le concedió a principios de mes, y que aprovechase su buena imagen para darse a conocer mejor concediendo entrevistas a la prensa.

No deja de ser paradójico que Mohamed VI haya explicado al semanario norteamericano Time, días antes de viajar a EE UU en junio, la gran opinión que tiene de su "tío [el rey] Juan Carlos" y no haya hecho otro tanto antes de pisar suelo español.

Después de todo su padre, el difunto Hassan II, invitó hace 11 años, en vísperas de su primera visita de Estado a España, a un puñado de periodistas españoles para contarles en el palacio de Sjirat su visión de la relación hispano-marroquí. El desplazamiento oficial del monarca estuvo entonces precedido de una estancia privada en Sevilla y concluyó con otra similar en Madrid.

Mohamed VI ha declinado todas estas sugerencias. La diplomacia española quería equiparar su visita a la del jefe de un Estado tan amigo como Francia pero el rey ha preferido que tuviese un perfil más modesto.

¿Por qué? Los diplomáticos españoles se pierden en conjeturas. El temor a que desde las tribunas del público del Congreso algunos manifestantes invitados por Izquierda Unida corearan lemas pro saharauis y que los mismos gritos se repitiesen en Granada parece haberle incitado a renunciar a las ofertas españolas. Su hermano Rachid conserva muy mal recuerdo de cuando, en la Expo de Sevilla, en julio de 1992, se cruzó con un grupo de simpatizantes del Frente Polisario.

Anuncio tardío

El miedo a que el conflicto del Sáhara enturbiase la visita de su rey ha sido una auténtica obsesión de los marroquíes a lo largo de su preparación. Prueba de ello es que el palacio real de Rabat sólo aceptó que se anunciase el viaje el lunes pasado, una antelación escasa para lo que suele ser habitual."Esperó a recibir suficientes garantías por parte española sobre el desarrollo sin incidentes [con elementos pro saharauis] de la visita", señaló una fuente del Gobierno marroquí conocedora de los preparativos del desplazamiento real a España.

A menos que den alguna sorpresa a las fuerzas de seguridad españolas, las asociaciones afines al Polisario sólo tienen, previsto organizar mañana, martes, una manifestación que desfilará ante la Embajada de Marruecos. El rey no va a visitar la sede diplomática.

La estancia de Mohamed VI en España tendrá, por tanto, el perfil clásico de cualquier visita de Estado sin ningún toque que la realce: ceremonia de bienvenida en El Pardo, cena de gala en el Palacio Real y, en sustitución del discurso ante las Cortes Generales, un encuentro reducido con las mesas del Congreso y del Senado.

Mantendrá, además, una conversación política con el presidente José María Aznar y los cuatro ministros que le acompañan harán otro tanto con sus homólogos españoles.

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