Benissa muestra un valioso y singular conjunto de escultura etrusca
El legado de la civilización etrusca que se conserva en el Museo Guarnacci de Volterra, en la Toscana italiana, puede verse desde ayer en el Palau de les Andreses de Benissa (La Marina Alta). Es una muestra compuesta por 30 piezas que despiertan un doble interés. Por una parte, permite observar de cerca esculturas de una civilización mucho más desconocida que la griega o la romana. Por otra, la exposición alcanza rasgos de singularidad, por cuanto las piezas sólo salen del prestigioso museo italiano en contadas ocasiones.
Niños y urnas cinerarias
Esplendores etruscos es el título que se ha dado a la muestra, que fue inaugurada en la tarde de ayer en Benissa. De maestro de ceremonias actuó José María Básquez, catedrático emérito de Historia Antigua de la Universidad Complutense de Madrid, quien arrojó algo de luz sobre una civilización que todavía despierta muchos interrogantes entre los historiadores.La treintena de piezas que componen la colección que podrá verse en Benissa hasta el 1 de octubre proceden íntegramente de Volterra, uno de los principales enclaves de la Etruria histórica. Su antigüedad oscila entre los siglos VII y III antes de Cristo. Según los organizadores de esta interesante muestra, las obras constituyen "una ocasión privilegiada para acercarse a la cultura estrusca, tanto en su vertiente espiritual como en la que abarca diferentes aspectos de la vida cotidiana".
El legado llega a Benissa enmarcado en el programa cultural Sete Sois, Sete Luas (siete soles, siete lunas). Este festival recoge diversos aspectos de la antigüedad, y es muy conocido por sus conciertos de música antigua y tradicional.
El Museo Guarnacci de Volterra, fundado en el año 1761, es el continente habitual de las piezas. Celoso de prestarlas para otras muestras, sólo permite su salida para acontecimientos puntuales. Recientemente, esta misma exposición viajó hasta Nueva York, donde quedó instalada en la Fundación Piaggio.La obra más interesante, según los expertos, es la titulada Sombra de la noche. Data del siglo III antes de Cristo y está fundida en bronce. La escultura, de 57 centímetros de altura, muestra un niño de pie, con las piernas juntas y los brazos caídos y pegados al cuerpo. En ella destaca el rostro, con rasgos infantiles bastante bien definidos. El arte etrusco es materia de investigación para ahondar en los conocimientos que se tienen de este pueblo. Otto Wilhelm von Vacano constató que la medida de Sombra de la noche equivale exactamente a dos pies. Según Vacano, esto demuestra que las esculturas se hacían a un tamaño preestablecido por criterios religiosos que, de momento, no se han podido identificar.
También tienen peso en la muestra las urnas cinerarias, en cuyas tapaderas aparecen figuras masculinas y femeninas y representaciones de deidades y demonios. En este sentido, es significativa una urna del III antes de Cristo en la que aparecen figuras demoníacas (Karun y Lasa), y está considerada una de las obras maestras de la escultura funeraria etrusca.
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