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La Iglesia católica pide que se "deje morir en paz" a las niñas siamesas

El tribunal consulta al cardenal de Westminster

Isabel Ferrer

"Instintos de los padres"

En un escrito que sienta un precedente para la justicia británica, el arzobispo católico de Westminster, Cormac Murphy-O´Connor, rogó ayer al Tribunal de Apelación de Londres que "deje morir en paz" a Jodie y Mary, las siamesas nacidas el pasado 8 de agosto en Manchester y cuya separación supondría la muerte instantánea de la segunda, considerada inviable por los médicos.La búsqueda de respuestas al dilema ético y legal presentado por la situación ha llevado a los tres jueces que decidirán su futuro a recabar la opinión del prelado, así como la de la Alianza Pro-Vida, un grupo antiabortista que ha pedido respeto para Mary. Según los médicos, la pequeña, con un cerebro poco desarrollado y sin corazón ni pulmones en orden, crece a expensas de Jodie.

Dada la índole moral de la declaración del cardenal Murphy-O´Connor, ésta fue remitida por escrito al tribunal londinense, que decidirá la próxima semana. Los padres de las siamesas, un yesero de 44 años y un ama de casa de 29, son católicos y proceden de una comunidad rural del Mediterráneo. Cuando vieron la situación de sus hijas, unidas por el abdomen, con un solo aparato urinario y digestivo y cuyas columnas vertebrales están fundidas a la altura del hueso sacro, prefirieron no operarlas. Sus convicciones les impedían elegir entre ambas, una decisión compartida ayer por el prelado británico, pero rechazada por los médicos de Manchester, partidarios de salvar al menos a Jodie. De superar la operación, es posible que ésta quede inválida y que sea necesario reconstruir su cuerpo.Según el arzobispo, no deben ser separadas si ello implica la pérdida de Mary. "Los instintos de los padres, que prefieren dejar que la naturaleza siga su curso, son los acertados en este doloroso caso", señala en su nota. Antes de enviarla a los jueces ya había advertido que autorizar la operación sentaría un precedente muy peligroso. "Sería como si los jueces sancionaran la legalidad de matar a una persona para tratar de lograr algo bueno con dicho crimen", dijo.

Tim Owen, el abogado que defiende los intereses de Jodie, sostiene todo lo contrario. Apoyándose en la Convención Europea de Derechos Humanos, a punto de entrar en vigor en el Reino Unido, ha recordado que su artículo 2 sella el derecho a vivir: "que debe ser protegido por la ley, puesto que nadie puede ser privado intencionadamente de la vida". Owen alega que los cirujanos no entrarían en el quirófano dispuestos a acabar con Mary. "Su intención al separarlas sería salvar a Jodie, en peligro de muerte de no actuar con prontitud".

La urgencia del caso ha sido subrayada por Adrian Whitfield, el letrado del hospital de Manchester que ha recibido un informe clínico según el cual Jodie no estaría creciendo al ritmo esperado a pesar de que come bien. Su hermana, por el contrario, ha ganado peso en la última semana. Si los especialistas confirman que Mary está beneficiándose de la nutrición fraterna, es posible que aconsejen el adelanto de la operación para octubre. Los tres jueces de apelación, Henry Brooke, Robert Walker y Alan Hilton Ward, han señalado que tendrán en cuenta dicha fecha para tomar su decisión y en vista de que las posibles apelaciones por ambas partes podrían remitir el caso al Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo.

En su búsqueda de garantías para fundamentar su resolución, los jueces han consultado también a lord Williams of Mostyn, el procurador general. Según él, la separación sería legal aun cuando todas las partes aceptan ahora que Mary es un ser humano individual que precisa la sangre oxigenada de Jodie para vivir. Para Nicola Davies, una de las asesoras de la procuraduría, ningún cirujano dispuesto a separar a las siamesas sería acusado en el Reino Unido de asesinato. De la misma forma, los padres tampoco pueden ser condenados por permitir que ambas perezcan. Los pediatras calculan que unidas no resistirán más de seis meses, pero también hay especialistas que no descartan que pudieran llegar a soportar esta situación durante varios años.

Los aspectos morales del dilema han enfrentado también a expertos en ética de la medicina, que se preguntan por qué los pediatras y cirujanos de Manchester han ignorado los deseos de estos padres, cuando en otras ocasiones, igualmente dolorosas, las peticiones de las familias han sido atendidas.

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