Los problemas personales de un líder
Felipe el Hermoso, rey de Francia, tuvo un problema personal. Se llamaba Jacques de Molay, gran maestre de la Orden del Temple y principal responsable del rechazo de la petición de ingreso de uno de sus hijos. Se frustraba así el intento de subordinar la orden militar al poder político mediante la conversión del maestrazgo en patrimonio del linaje real. El 13 de octubre de 1307 eliminó Felipe, de una sola vez, su fobia hacia Jacques de Molay, su irreprimible irritación por la autonomía del Temple y su envidia (si no codicia) por el poderío económico de los monjes. Ese día fueron arrestados en toda Francia miles de caballeros templarios y, poco después, Jacques de Molay y la mayoría de sus altos dignatarios perecieron en la hoguera.También Eduardo Zaplana tiene un problema personal llamado, según ha reconocido públicamente, Andrés Pedreño, rector de la Universidad de Alicante (UA), quien le negó la presidencia del acto de apertura del curso 1996-97 -que corresponde al rector, según la centenaria tradición universitaria- para evitar escenificar el sometimiento de la universidad al poder político (en aquellas fechas se gestaba la segregación de centros y estudios de la UA para crear la Universidad de Elche). A partir de ese momento es la totalidad de la UA, y no sólo su rector, el enemigo a batir, dudoso honor compartido con las otras dos universidades de la Comunidad con mayoría progresista, la de Valencia y la Jaume I de Castellón.
La resolución de 25 de julio de 2000 por la que el gobierno de la Generalitat declara nulas de pleno derecho todas las actuaciones de la UA encaminadas a la construcción del parque científico Medpark sólo puede interpretarse como un nuevo castigo a la UA. En efecto, ni los más fanáticos políticos conservadores niegan la necesidad de incorporar la provincia de Alicante a la nueva economía que surge, como dicen los economistas norteamericanos "en las esquinas de las universidades". De hecho, hay decenas de universidades en todo el mundo que ya disponen de parques científicos o tecnológicos en sus proximidades, mientras que otras muchas (españolas diez de ellas) están desarrollando proyectos semejantes. Por supuesto, la construcción de tales parques requiere efectuar modificaciones en los planes urbanísticos de los territorios donde se instalan, en el caso del Medpark un erial situado entre el campus de la UA y la autovía. ¿Quién puede tomarse en serio los argumentos basados en la intangibilidad de los planes de ordenación territorial tras observar la diligencia de las instituciones con proyectos tan agresivos con el paisaje y con el medio ambiente como Terra Mítica, Panoramis, la Ciudad de la Luz o el Palacio de Congresos de Alicante? En cuanto a los argumentos financieros, ¿en verdad cree la Generalitat que la UA espera recibir su ayuda? Además, ¿acató el ejecutivo lo dispuesto por las Cortes Valencianas en su resolución de apoyo a Medpark (el 13-4-99, antes de alcanzar el PP la mayoría absoluta)? No, la resolución de la Generalitat está motivada por el ánimo de venganza, por la irritación que causa la autonomía universitaria y, posiblemente, por la envidia que genera la incorporación al Medpark de socios tecnológicos de los que carece, como todos saben, la emblemática -y carísima- Terra Mítica.
Y ahora, además de la campaña orquestada por los medios adictos al régimen, ¿qué otra cosa cabe esperar? Posiblemente se repita con Medpark la historia de la destrucción de la Orden del Temple (y directores generales tiene Zaplana para recordársela). Podría instar a las instituciones controladas por el PP, empezando por las Cortes Valencianas, a censurar la actuación de la UA, por extralimitarse en sus competencias, y apoyar al gobierno de la Generalitat en su heroica defensa de los planes urbanísticos. Se trataría de remedar la declaración de los Estados Generales -convocados por el cínico Felipe el Hermoso en Tours, en 1308- en la que "suplicaban al rey" máxima dureza en la represión del Temple. ¿Consecuencias? Al igual que la desaparición de la Orden del Temple y de sus gigantescos graneros propició la reaparición en Francia de las hambrunas medievales, la liquidación del Medpark podría conducir a la economía alicantina hacia un monocultivo turístico de incierto futuro (a la vista de la imparable degradación del litoral).
Así pues, por mucho que lamentemos los trastornos psicológicos de los gobernantes, mayor pesar deben causarnos las desmesuradas penas que infligen a sus víctimas. Por ello merece respeto el denostado Richard Nixon al haber aceptado la prescripción de Dilantin por su médico personal, el Dr. Dreyfuss, quien se lo recetó por su eficacia en el tratamiento de estados de "miedo, preocupación, culpa, pánico, enfado, irritabilidad, rabia, depresión, comportamiento violento, alcoholismo, anorexia, bulimia, arritmia cardiaca y desórdenes musculares". Y aquí, ¿es que no hay médicos?
Miguel Ángel Goberna es profesor del Departamento de Estadística e Investigación Operativa de la Universidad de Alicante.
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