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Clinton deja a su sucesor en la Casa Blanca la decisión final sobre el escudo antimisiles

Al Gore o George Bush tendrán que decidir si Estados Unidos comienza a construir en Alaska su controvertido escudo contra misiles de largo alcance. Bill Clinton anunció ayer que renuncia a adoptar esa medida en los cuatro meses y medio que le quedan en la Casa Blanca. Justificó su decisión en la poca fiabilidad de las pruebas ya efectuadas, la oposición de Rusia y la inquietud de miembros europeos de la OTAN. Ante la duda, y dado el poco tiempo que le queda como presidente de EE UU, el político de Arkansas prefirió pasarle la patata caliente a su sucesor.

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Clinton no autorizó al Pentágono la construcción, en la próxima primavera, de una sofisticada estación de radar en la isla de Shemya (Alaska), el primer paso para levantar el Sistema Nacional de Defensa frente a Misiles (NMD, en sus siglas en inglés). Esa estación de radar, según el plan del Pentágono, debería seguir la trayectoria de cualquier misil balístico lanzado en dirección al territorio continental de EE UU, cuyo despegue habría sido detectado previamente por satélite. Entonces entrarían en acción los cohetes especiales (Kill Vehicle) destinados a interceptar y destruir en pleno vuelo el artefacto ofensivo.El tiempo corría en contra, porque, a fin de tener listo el NMD en 2005, el Pentágono deseaba comenzar las obras de la estación de radar en la primavera, una vez finalizado el duro invierno de Alaska. Pero la decisión anunciada ayer aplaza, al menos un año, la culminación del escudo frente a misiles, una versión reducida de la guerra de las galaxias de Ronald Reagan, y cuyos ensayos ha autorizado Clinton en la fase final de su presidencia. Su coste total se evalúa en 60.000 millones de dólares (más de 11 billones de pesetas).

Clinton renunció a tomar una decisión cuyas buenas o malas consecuencias habrían marcado el futuro próximo de la humanidad. No obstante, defendió la idea del NMD como instrumento para proteger a EE UU de ataques con proyectiles de largo alcance disparados por "Estados hostiles o grupos terroristas", y recordó que ya se han efectuado tres ensayos (el primero con éxito y los otros dos, fracasados) de lanzamiento del cohete de interceptación. Las Fuerzas Armadas de EE UU, precisó, siguen autorizadas a efectuar otras 16 pruebas semejantes. Pero la construcción de la estación de radar queda postergada. El sucesor de Clinton tendrá que decidir si la autoriza o no. Si es el republicano George W. Bush, el NMD seguirá adelante, incluso aumentado. El republicano es un entusiasta de la guerra de las galaxias. Sus correligionarios en el Congreso llevan años empujando en esa dirección y en 1999 aprobaron una ley exigiendo al Pentágono que despliegue un escudo en cuanto sea "tecnológicamente factible".

El futuro es menos claro si Gore alcanza la presidencia. El candidato demócrata declaró ayer que, pese a que existen "serias posibilidades de que Corea del Norte e Irán adquieran armas de destrucción masiva y misiles balísticos", aplaude el aplazamiento del NMD. Dijo que "hay que dar más tiempo para efectuar nuevos ensayos, evaluar los costes y convencer a Rusia y China de que no están siendo amenazados". La más significativa fue esta declaración final: "Como presidente, me opondré a los sistemas de defensa frente a misiles que puedan abrir las puertas a una nueva carrera de armamentos con Rusia y China".La construcción del radar en la isla Shemya, según no pocas fuentes jurídicas del Gobierno, podría ya suponer una violación del tratado ABM firmado en 1972 entre EE UU y la Unión Soviética. Clinton recordó ayer que ese tratado, firmado bajo la presidencia del republicano Richard Nixon, prohíbe a Washington y Moscú desarrollar sistemas de protección frente a misiles que puedan reducir la capacidad de disuasión nuclear del contrario.

Clinton recordó que en su visita a Moscú no consiguió convencer al presidente ruso, Vladímir Putin, para que Moscú acepte la revisión del tratado ABM. Esto ha pesado mucho en su decisión. Clinton se declaró a favor de "mantener la estabilidad estratégica con Rusia" alcanzada en la guerra fría. "Ya no somos enemigos de Rusia", señaló, "pero tampoco verdaderos aliados". También registró las preocupaciones de los miembros europeos de la OTAN (citó sólo a Francia por su nombre) por el NMD.

Clinton afirmó que no pretende hipotecar la decisión que a partir del próximo año tendrá que tomar su sucesor. Por el contrario, insistió en que quiere darle "más tiempo". Tanto para comprobar la fiabilidad del sistema de interceptación, que, dijo, "no ha sido demostrada", como para "convencer a Rusia" para que acepte modificar el tratado ABM.

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