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Un escaño contra el sida

Un diputado británico, el doctor Evan Harris, portavoz de sanidad del Partido Demócrata Liberal, se convirtió ayer en cobaya humano para probar una vacuna antisida.Atendido por Andrew McMichael, director del proyecto médico, Harris se dejó inyectar una vacuna experimental con un componente del virus VIH. "Estoy convencido de que es segura", dijo Harris ante las cámaras de televisión. "El desarrollo de una vacuna efectiva es la mejor esperanza de controlar esta devastadora enfermedad. Estoy contento de poder prestar mi ayuda", continuó tras manifestar su ilusión de contribuir a reclutar más voluntarios.

Tácticas menos atrevidas utiliza Harris -diputado de Oxford, nacido en el norte de Inglaterra en el seno de una familia de inmigrantes surafricanos judíos- para ampliar el número de militantes de su partido. Sus colegas celebran su capacidad para memorizar apellidos y domicilios del registro electoral y su propensión a hacer campaña hasta la obsesión. El recuerdo del continente de origen de sus padres, seriamente afectado por la epidemia, le empujó quizá a participar en este experimento enfocado específicamente a combatir el sida en África.

Con Harris y otros 17 voluntarios, McMichael abre un capítulo en la historia médica. Los cobayas humanos recibieron ayer la primera vacuna de laboratorio diseñada para combatir un tipo de VIH activamente presente en la población africana.

La investigación tomó esta senda al descubrirse que un número elevado de prostitutas de Nairobi (capital de Kenia), nunca se infectaban pese a entablar continuas relaciones sexuales con seropositivos sin las precauciones recomendadas. El componente de la vacuna incluye propiedades similares a las que refuerzan la resistencia de esas africanas.

El experimento está en fase inicial y, de confirmarse el éxito de los objetivos marcados en Oxford, las pruebas se extenderán a Nairobi. Los científicos advierten de antemano que, independientemente a los posibles resultados positivos, la comercialización del nuevo producto no tendrá lugar hasta dentro de una década como mínimo. "Estamos abajo de una montaña", señaló ayer el director del proyecto y de la unidad de Inmunología Humana del Consejo de Investigación Médica del Reino Unido.

La vacuna experimental contiene pequeños fragmentos de ADN contaminados con el virus, para estimular el sistema inmunológico. "Como los fragmentos no pueden reproducirse, no hay riesgo de que se desarrolle el VIH", resalta la nota de McMichael. La vacuna debería ayudar a Harris y al resto de los voluntarios a estimular en sus cuerpos la producción de las llamadas células asesinas, del tipo T , que frenan el desarrollo de la enfermedad. De lograrse el objetivo, las células T destruirán otras contaminadas con el VIH.

La búsqueda de un remedio contra el sida choca de momento con insuperables obstáculos. De naturaleza mutante, el virus ha demostrado que es capaz de esconderse tras órganos humanos como ojos, testículos y cerebro, dando falsas esperanzas a los portadores de que la infección está bajo control gracias a los nuevos medicamentos. Al mismo tiempo, diferentes variantes del virus se propagan por el planeta dificultando el desarrollo de una vacuna universal.

De hecho, el proyecto de Oxford y Kenia beneficiará, al menos en una primera etapa y siempre que las pruebas de ayer resulten satisfactorias, a los africanos. Los componentes de la vacuna no están diseñados para combatir la variante del VIH europeo, sino específicamente a la que ataca en el continente negro. McMichael confía, no obstante, en que la tecnología aplicada en el hospital Churchill de Oxford pueda modificarse para otras variantes. "Sería relativamente sencillo producir otra vacuna o, incluso, mezclar estas diferentes vacunas para crear una universal", dijo ayer con optimismo.

Mientras, los colegas de Harris en el partido muestran escasa preocupación por la salud del cobaya humano. Confìan en su criterio, adquirido en conversaciones con el director del proyecto y en anteriores contactos profesionales con enfermos de sida y, como él, defienden que el riesgo es mínimo. "No hay de qué preocuparse", dijo ayer el portavoz del partido. Harris se prestó como voluntario días después del anuncio del ensayo con vacunas en la Conferencia Internacional del Sida de Durban (Suráfrica) el pasado julio.

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