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La mayoría de países de la Unión Europea se decanta por el sistema de subasta

La telefonía móvil de tercera generación es uno de los negocios más prometedores de los próximos años. En 2004 habrá 140 millones de usuarios de UMTS, según la consultora PriceWaterhouseCoopers. Además del factor cuantitativo, la carrera por el UMTS ha sido la primera contienda tecnológica en la que Europa lleva ventaja a Estados Unidos, donde la implantación del móvil es mucho menor. Hasta ahora, cinco países han adjudicado sus licencias: Finlandia, que fue la primera, España, Reino Unido, Holanda y ayer Alemania. Pero en los próximos años está previsto que se concedan 60 licencias de telefonía móvil de tercera generación, según el UMTS Forum, que agrupa a 160 empresas interesadas en su desarrollo. En septiembre comenzarán las subastas en Austria (entre cuatro y seis licencias) y en Bélgica (cuatro). El diario belga De Standaard publicó ayer que Telefónica y Suez-Lyonnaise mantienen una alianza para competir juntas por una licencia. Aunque Telefónica no ha querido confirmarlo, la francesa Suez-Lyonnaise ha asegurado que sólo acudirá a la subasta de la mano de Telefónica.

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Francia, al igual que España, renunció a la subasta. Las empresas tendrán que pagar en total 3,29 billones de pesetas por cuatro licencias, que se concederán en el primer trimestre de 2001. Otro país que ha elegido el concurso ha sido Portugal, donde ya se ha abierto el plazo para presentar propuestas. Se otorgarán cuatro licencias por un precio fijo que aún no se ha establecido.

Después de meditarlo, el Gobierno italiano se decidió por un sistema mixto. Concederá cinco licencias en un proceso compuesto de dos fases y espera recaudar 3.150 millones de dólares (más de medio billón de pesetas). Otros países europeos -Irlanda, Noruega, Polonia, Suecia, Suiza, Dinamarca y República Checa- están ya en la lista de los que concederán sus licencias en los próximos meses.

Bruselas ha previsto un buen fin para el dinero que ingresen los Estados por la venta de las licencias: reducir el déficit público del año en el que se otorguen. La decisión la adoptó la oficina europea de información estadística (Eurostat) el pasado mes de julio. Algunos países han hecho ya públicos los agujeros que taparán con lo que consigan. Italia reducirá la deuda pública e invertirá en creación de empleo. Francia alimentará los fondos de reserva de las pensiones. Una buena oportunidad para compensar los siempre limitados presupuestos públicos.

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