Mala suerte, errores y debilidad tecnológica
Más de 500 muertos
La Marina soviética fletó el más poderoso de sus submarinos a finales de los años ochenta con la intención de impresionar y atemorizar a sus enemigos estadounidenses; pero antes de que el sumergible Komsomolet pudiera llevar a cabo misión alguna se declaró un fuego en su interior. Algunos miembros de la tripulación lograron escapar mientras la nave regresaba a la superficie, pero cinco hombres decidieron confiar sus vidas a la cápsula de rescate construida sobre el submarino. Fue un error mortal: nadie había enseñado a la tripulación cómo liberar la cápsula y fueron arrastrados de nuevo al fondo del mar. Sólo uno de ellos sobrevivió.Este desastre es solo uno más de la larga serie de problemas que ha sufrido la flota rusa y cuyo último exponente es la tragedia del Kursk. La debilidad tecnológica, los errores de fabricación y la simple mala suerte han lastrado constantemente a la flota, y aunque se ha demostrado que Rusia necesita de instrumentos de rescate más que cualquier otra nación con una fuerza submarina, sus equipos más sofisticados han fallado a menudo.
El diario Izvestia informó recientemente de que 507 tripulantes de submarinos nucleares habían fallecido en los últimos 40 años, y los expertos aseguran que los recientes recortes presupuestarios sólo han empeorado las cosas. Peter Huchthausen, un ex oficial de espionaje naval estadounidense, ha asegurado, a propósito del accidente del Kursk: "Estoy sorprendido de que no haya pasado antes. La flota entera es un accidente en potencia".Durante la guerra fría, muchos de los problemas surgieron debido a la presión de los líderes políticos para alcanzar el nivel de la Marina de Estados Unidos. Cuando los norteamericanos fletaron su primer submarino nuclear, a mediados de los cincuenta, los soviéticos se apresuraron a imitarlos.
Vladímir Chernavin, que fuera comandante jefe de la Marina soviética, comentó en cierta ocasión que cuando era un joven oficial, en 1959, se negó a formar parte de la tripulación de uno de los primeros submarinos nucleares debido a las condiciones en las que se encontraba el sumergible.
En 1961, el submarino K-19 se encontraba en el mar de Noruega cuando el detector radiactivo indicó que algo andaba mal. Nueve hombres se introdujeron en el reactor para repararlo y durante dos horas recibieron 100 veces la dosis letal de radiación. Todos ellos murieron semanas después.
Los marinos soviéticos terminaron apodando al K-19, Hiroshima, después de que el Ejército ruso ordenara limpiarlo y su regreso al mar. Su suerte nunca cambió. En 1969 se estrelló contra un submarino estadounidense, y en 1972 un fuego a bordo mató a 26 hombres.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.