Las autoridades británicas suspenden los vuelos de todos sus Concorde
British Airways canceló ayer todos los vuelos del Concorde. Así se anticipa a la retirada, hoy, del certificado oficial de aeronavegabilidad para sus jet supersónicos. El director ejecutivo de la compañía, Rod Eddington, confirmó personalmente la suspensión de los vuelos, pero se reservó los motivos de la decisión de las autoridades británicas en materia de accidentes aéreos, la Oficina de Investigación de Accidentes Aéreos (AAIB). "Todos nuestros aparatos están sujetos a revisiones continuas y exhaustivas", señaló en un comunicado.
La compañía británica, cuya flota de Concorde despegó al día siguiente de la tragedia de Gonesse, en las afueras de París, donde murieron 113 personas, relaciona "la acción sin precedentes" de suspender los vuelos supersónicos con las advertencias recibidas de las autoridades reguladoras británicas, el AAIB y la Autoridad de Aviación Civil (CAA, en sus siglas en inglés). "El AAIB nos notificó esta mañana [por ayer] que, a la luz de las últimas informaciones, se va a recomendar la suspensión del certificado de areonavegabilidad. Comprendemos que la CCA está inclinada a aceptar este asesoramiento", dijo Eddington.El accidente de Genosse, el 25 de julio, llevó a la compañía Air France a la cancelación indefinida de los vuelos de sus cinco aeronaves Concorde. Su socio en el programa supersónico, British Airways, optó, en cambio, por mantener operativa su flota de siete aparatos tras llevar a cabo una serie de inspecciones.
La compañía declaró una "fe completa" en el avión, al tiempo que 49 pasajeros abordaron el vuelo 001 en el aeropuerto de Heathrow. Tres horas y media después, aterrizaron a salvo en el John F. Kennedy en Nueva York. "Creemos que no hay indicios, de seguridad u operacionales, que sugieran que el Concorde no operará seguro en el futuro", dijo entonces Mike Street, director de servicios de British Airways.
La CCA avaló la decisión original de la compañía, líder británica en el sector de la aviación comercial. Pero la confirmación, hoy, de la retirada del certificado de vuelos lleva a algunos analistas a predecir el ocaso definitivo de los viajes supersónicos, que arrancaron comercialmente en enero de 1976 y que nunca lograron sobrepasar el umbral de rentabilidad pese al elevado precio de sus pasajes y de ahí el recorte de sus rutas iniciales. Hasta el accidente de Genosse, cuyas causas, o cuya relación de causas, aún no se han determinado con exactitud, las flotas británica y francesa de Concorde mantenían un historial impecable.
Desde entonces, British Airways ha sufrido cuatro incidentes técnicos menores que obligaron a la suspensión o el aterrizaje forzoso de alguno de sus aparatos que, hasta esta racha de percances, tenían el prestigio de ser poco menos que invencibles. No obstante, la compañía advierte de que el número de pasajeros se ha mantenido estable durante este periodo de incertidumbre sobre las causas del incendio y el posterior siniestro del Concorde de Air France.
Mientras las investigaciones se centran en el origen del incendio, provocado quizá al estallar una de los neumáticos del tren de aterrizaje, se ha sabido que la flota de British Airways tuvo serios problemas con las ruedas a finales de los años setenta.
Las autoridades francesas lanzaron recientemente la hipótesis de que el accidente del Concorde se debió a que uno de los neumáticos estalló al toparse con una misteriosa pieza metálica de unos 40 centímetros que estaba sobre la pista en la llamada zona de despegue. Informes del Servicio de Seguridad de la Oficina del Transporte Nacional de Estados Unidos documentan cuatro instancias, una de ellas "potencialmente catastrófica", causadas al estallar las ruedas del Concorde.
La repetición del problema llevó a British Airways a instalar un mecanismo de alarma en la cabina del piloto, que entra en acción al registrar irregularidades en los neumáticos. Nuevas medidas de seguridad se aplicaron entonces en los depósitos de combustible para protegerlos de posibles incendios.
Recientemente, la compañía británica descubrió micro fisuras en las alas de algunos aparatos, que forzaron a la suspensión de los servicios de un Concorde. En pocos días, la grieta del ala de este avión había crecido en longuitud de 60 a 76 milímetros. British Airways y Air France desvelaron esta anomalía la víspera de la tragedia de Genosse.
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