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Campus de verano

El mal papel de los jueces en las letras

San Lorenzo de El EscorialEn la historia de la literatura muchos protagonistas son policías o criminales, pero no hay jueces. "Los jueces no logran fascinar a los escritores como personajes literarios, más bien provocan reserva o rechazo". El abogado y escritor Lorenzo Silva, que participó en un curso de verano de la Universidad Complutense titulado El poder judicial frente a otros poderes, cree que al margen de la incompetencia de los escritores, "que puede ser inmensa", buena parte del olvido que sufren los magistrados en la literatura es culpa de ellos mismos, ya que a menudo "prefieren parapetarse en su poder y marcar distancias con los ciudadanos que acercarse a la sociedad a la que sirven".

El autor citó tres posibles excepciones a la regla de este olvido literario. Así, en La familia de Pascual Duarte, de Cela, o en La verdad sobre el caso Savolta, de Eduardo Mendoza, hay cierto protagonismo del proceso judicial, pero no del juez; mientras que en No mires debajo de la cama, de Juan José Millás, la protagonista es una jueza, "pero no se indaga en su psicología".

El ganador del último premio Nadal, por la novela policiaca El alquimista impaciente, buscó el interés literario de la figura del juez. "No es un personaje romántico, desarrolla una función antipática y sirve al orden establecido, cuando al arte le interesa ser revolucionario", admite Silva, pero añade que lo fascinante del juez como personaje es que no está libre de las limitaciones que tiene cualquier persona.

El proceso, de Kafka, "lectura obligada para todos los juristas", es para Silva el mejor ejemplo del papel de "ausente presente" que la literatura reserva a los jueces. De El proceso dice que sigue vigente la advertencia de que "el sistema judicial a veces se vuelve perverso". El autor de El lejano país de los estanques también analizó el papel de los jueces en las películas y en las series televisivas anglosajonas, en las cuales la administración de justicia tiene mucha presencia, aunque "sólo como paisaje de fondo, tampoco es protagonista". Silva asegura que en la pantalla el juez es sólo "un señor que se pone como un pasmarote en lo alto para denegar o admitir las protestas". Dos excepciones cinematográficas serían para el autor El juez de la horca y El juez Dredd, aunque opina que en ambos casos los magistrados protagonistas ejercen más bien de verdugos.

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