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Estampas y postales

El laboratorio del Génesis

Miquel Alberola

En medio de la cápsula aséptica del laboratorio del Instituto Bernabeu de Alicante se resuelve a diario el misterio de la Santísima Trinidad. Con unas campanas de flujo laminar, unos microscopios invertidos y unas incubadoras programadas a 37 grados y el 5% de CO2, se logra lo que maduró en muchos siglos con la densidad del vacío gástrico de los ayunos de los profetas, el polvo levantado por el camino del éxodo, el hierro de las legiones romanas, el odio a los publicanos, los decibelios de las trompetas de Jericó, el agua removida por Juan el Bautista y toda la sabiduría adquirida por los monjes esenios bajo la presión del Mar Muerto.A principios de los ochenta el ginecólogo Rafael Bernabeu empezó a trabajar en esta dirección con poco más que una bata blanca. La fecundación in vitro fue una revolución que le aportó mucha información y abrió una trepidante ramificación de la disciplina. Sobre un suelo no muy distinto al de la provincia romana de Judea, Bernabeu levantó este templo de la vida, en el que en 1987 se consiguió el primer embarazo por fecundación in vitro. Luego llegó la congelación de embriones, y en 1994 la microinyección intracitoplasmática, una técnica de reproducción asistida que consiste en depositar un espermatozoide en el interior de un ovocito.

En 1995, la ahora jefa de Biología del Instituto Bernabeu Nieves Cremades trabajó en París junto al checo Jean Tesarik, mientras éste lograba el primer embarazo del mundo con espermátida, que son células inmaduras precursoras del espermatozoides. Esta linea de investigación conjunta llevó en 1998 al primer embarazo y nacimiento en España sin utilizar espermatozoides.

Ahora hay 32 personas trabajando en este centro, que se ha convertido en referencia en gran parte del mundo, con 12.000 historias abiertas de pacientes de varios continentes. Pero no sólo de asistencia a pacientes se nutre este proyecto. La investigación es su apuesta más fuerte y se diversifica en varias líneas, como la espermátida o la protección de espermatozoides y ovocitos con vitaminas antioxidantes.

Desde que un paciente atraviesa la puerta del centro, que es el mayor de España con estos objetivos, hasta que se culmina la operación transcurre apenas un mes, que es lo que tardó más o menos en sustanciarse la Purísima Concepción. En este tiempo la esterilidad puede volverse productiva con unos tratamientos cuya tarifa oscila entre unos pocos miles de pesetas y las seiscientas mil, con una tasa por la facultad de intento del 35%.

Pero el hombre todavía no ha sido abolido en este laboratorio, como puede parecer. Si no tiene espermatozoides, pero tiene espermátidas, es posible el milagro. Si no hay células programadas por el organismo para hacerse reproductivas, es simplemente imposible. Aunque sólo por ahora.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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