El gramófono
Lo reconozco: estoy familiarizado con los bits, los megas, los gigas, las tarjetas de sonido y con el MP-3. Uso a diario el correo electrónico, el teléfono móvil, e incluso me he acostumbrado a que me hablen las máquinas expendedoras de tabaco y las telefonistas virtuales de las empresas.Aun así, para que no me suceda como a aquella niña que le describió alborozada a su madre un artilugio fascinante que permitía oír música con sólo darle vueltas a una manivela -¡sin cables ni pilas, mamá!-, tengo en mi mesilla de noche un reloj de leontina. En las noches de insomnio, cuando me siento especialmente inseguro, lo aproximo a mi oído y su tictac mecánico me tranquiliza.-
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