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Fujimori toma juramento a su Gobierno en plena resaca de los disturbios en Lima

Toledo acusa al presidente de infiltrar agentes en las protestas para sembrar violencia

El presidente peruano, Alberto Fujimori, madrugó ayer para recuperar la iniciativa tras los graves incidentes que el viernes enturbiaron los actos de su investidura, y transmitir al mundo una imagen de normalidad después de tres días de protestas en todo el país. Lima se desperezaba tras una jornada violenta (seis muertos, un centenar de heridos y más de 150 detenidos), cuando Fujimori tomó juramento a los miembros del nuevo Gobierno, de marcado carácter tecnocrático. Inmediatamente después, presidió la parada militar celebrada con motivo de las Fiestas Patrias.

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Durante el almuerzo que con ese motivo ofreció a los altos mandos del Ejército, la Policía Nacional y el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), Fujimori acusó a sus rivales políticos de intentar incendiar la sede del Congreso para impedir que jurase su cargo. En un duro ataque a la oposición, a la que calificó de "recalcitrante", el presidente peruano dijo que su país "no merece volver a ser castigado con episodios de salvajismo que enlutan hogares y destruyen propiedad pública y privada" y denunció el uso de agitadores profesionales en las protestas. Hacía así referencia a los violentos disturbios del viernes ante una audiencia que constituye el principal puntal sobre el que se asienta el régimen.La desmesurada represión policial y el vandalismo de grupos descontrolados que incendiaron varios edificios del centro de Lima ha dejado al país en estado de choque. Fueron 11 horas de incidentes en las que los peruanos asistieron a escenas inauditas: policías disparando gases lacrimógenos en horizontal y a escasa distancia de los manifestantes, individuos destrozando ventanas y preparando con alevosía el incendio de las oficinas del palacio de Justicia, la repentina retirada de la policía de la plaza de Armas que permitió a un reducido grupo quemar un quiosco de periódicos junto a las rejas del palacio de Gobierno, o la beligerante actitud de los policías que disparaban a mansalva desde las tanquetas que recorrían las calles del centro de Lima.

Hay demasiados interrogantes sobre la identidad de los pirómanos, sobre la pasividad de la policía para hacerles frente, extremadamente diligente a la hora de reprimir a los manifestantes, y sobre la tardía intervención de los bomberos. Cada uno ha dado la explicación que mejor le conviene, con el común denominador de que nadie asume la responsabilidad de cuanto ocurrió el viernes en el centro de Lima."Actuamos con suma prudencia y sin emplear armas de fuego", dijo el general Fernando Dianderas, director general de la Policía Nacional. Jesús Hundskoff, capitán del cuerpo de bomberos de Perú, indicó que todos los incendios se iniciaron simultáneamente, y que individuos armados les impidieron salir del cuartel. "Tuvimos que escondernos en el sótano de la compañía y cuando llegamos al lugar del incendio nos robaron las mangueras", declaró a la agencia Imedia Perú.

El líder más votado de la oposición, Alejandro Toledo, principal convocante de las movilizaciones de protesta contra la elección fraudulenta de Fujimori, responsabilizó exclusivamente al mandatario de los disturbios y aseguró tener pruebas de que el SIN infiltró a un centenar de agentes entre los manifestantes con el propósito de provocar incidentes. "Sembraron gente para generar violencia", comentó. Toledo expresó su total repudio a la violencia "venga de donde venga".

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Para el dirigente de la oposición, ha llegado el momento de resolver la crisis política que atraviesa su país ("invoco al presidente Fujimori a que pensemos en Perú") y dijo estar dispuesto a entablar un diálogo "sin condiciones". El nuevo primer ministro, Federico Salas, que hasta hace dos días estaba en las filas de la oposición, dijo ayer sin excesiva convicción que no descartaba un eventual diálogo entre el Gobierno y Perú Posible, la formación política que dirige Toledo. El jefe del Gabinete no titubeó, sin embargo, a la hora de responsabilizar de los incidentes del viernes al líder opositor y a los organizadores de las manifestaciones de protesta.

Toledo ha dado por terminadas las movilizaciones contra la investidura de Fujimori, pero anuncia que continuará la protesta pacífica. "A los peruanos nos han dejado sin opciones. Se nos ha cerrado todo. No tenemos acceso a un poder judicial independiente, tenemos un Congreso con diputados comprados, unos medios de comunicación cerrados a la oposición, un Jurado Nacional de Elecciones parcial, una cúpula militar que cogobierna e impone todo... Sólo nos queda nuestra voz y nuestras piernas".

El líder de Perú Posible presentará en los próximos días un Gabinete en la sombra, cuyo objetivo es "vigilar el cumplimiento de las promesas hechas por Fujimori durante la campaña electoral". Pero Toledo no descartó que, tras lo sucedido el viernes, Perú entre en una etapa más represiva.

La oposición afronta el desafío de reagrupar fuerzas, mantener viva la llama de la protesta y poner en pie una estrategia contra un Gobierno que, aunque deslegitimado, ya está en funciones.

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