_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Jefes fuera

Señora Cibeles:Me llamo Silvino, trabajo en el sector de la automoción y padezco una enfermedad cruel que consiste en perder los estribos al contacto con cualquier jefe o autoridad, sean del calibre que sean. Cuando se lo cuento a la gente, me lo toman a broma y me hacen objeto de sarcasmos salvajes. Necesito desahogarme con alguien que sea impávido y caradura; es decir, con cualquier estatua. Si he decidido abrirme a usted es porque la veo un no sé qué de libertina, un algo de independiente y como un amago de suave cinismo. Como usted bien sabe, señora, los jefes son bastante útiles para algunas cosas secundarias, pero su larga sombra se cierne a veces sobre las entretelas de la intimidad, provocando agobios, latiguillos, obsesiones y otras secuelas no menos ingratas, tales como sarpullidos, frenesí, diarreas, melancolía y propensión al desatino.

Ya están los jefes preparando las maletas (ellos siempre veranean en agosto). A lo largo de esta semana se irán largando sin misericordia, pero la ciudad se vengará de ellos recobrando su rostro más jovial, más sereno, más limpio y más entrañable. Debido a la enfermedad antes reseñada, yo cojo el permiso en septiembre. De ese modo, me libro del contacto con autoridades y capitostes durante dos meses seguidos, cosa que agradecen mi espíritu y mis triglicéridos. Claro que para mí es poco menos que imposible un ascenso laboral de importancia, por la sencilla razón de que los médicos me han prohibido terminantemente hacer pasillos y tirar de la levita a los pingüinos.

A pesar de todo, señora, me defiendo en este azaroso mundo practicando una política acorde con mis intereses. Para que a nadie se le ocurra interponer asechanzas en mi puesto de trabajo, durante el mes de agosto me apunto todos los años a una academia de artes marciales, procurando que se enteren de inmediato todos mis jefes y algunos compañeros. Y procuro hacer alguna cosa francamente mal; así consigo ensoberbecerles. Hay gente que si haces las cosas muy bien piensan que les quieres quitar el puesto.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_