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Le Corbusier y Mies van der Rohe, como 'competidores'

Ferran Bono

Uno de los edificios más emblemáticos de la obra de Frank Lloyd Wright es el Museo Solomon R. Guggenheim de Nueva York, cuyas obras finalizaron definitivamente cuando el arquitecto tenía más de 90 años. Una gran obra como colofón de una longeva y agitada vida, salpicada de experiencias traumáticas como la muerte de una hija en accidente. Casi 40 años después, otro gran arquitecto norteamericano, Frank Gehry, veía acabado su espectacular proyecto del Museo Guggenheim en Bilbao. En ambos casos se trata de la culminación de las enseñanzas adquiridas en toda una vida. "Se necesita tener muchas vivencias y experiencias para hacer buena arquitectura", destacó Alexander von Vegesack, comisario de la exposición y director del Vitra Design Museum, diseñado precisamente por Gehry.Parte de la fascinación por Wright deriva de su longevidad, afirma en el completo catálogo de la exposición el también comisario David de Long. Sobrevivió a otros pioneros coetáneos de la arquitectura moderna, como H. P. Berlage y Peter Behrens, y casi hace lo mismo con la segunda gran generación de líderes, que incluía a Ludwig Mies van der Rohe y Le Corbusier, "a los que consideraba más como competidores que como seguidores", añade De Long. Wright siempre consideró a Louis H. Sullivan como su maestro. El arquitecto norteamericano permaneció fiel a lo que él identificaba como "los principios subyacentes" del diseño, pero la flexibilidad en la manipulación de esos principios hizo que su obra nunca dejara de parecer "nueva".

El mejor del mundo

En la novena década de su existencia, Wright gustaba especialmente de describirse a sí mismo como el mejor arquitecto del mundo. Un comentario que parecía calculado tanto para agradar a sus acólitos como para irritar a sus rivales. Sin embargo, en los años cincuenta sus seguidores no eran muchos. Su carácter, en ocasiones cascarrabias, y las modas caprichosas hacían parecer al arquitecto un caballero anticuado a juicio de sus colegas, señala el comisario. Sin embargo, la situación ha cambiado y son ahora numerosos sus seguidores, como se demuestra en el alud de publicaciones referidas al arquitecto y su obra. En este sentido, cobra importancia la labor de la fundación y la escuela que llevan su nombre en la enseñanza del ideario del arquitecto que estuvo unos meses en Europa en 1910 tras salir de su país en compañía de la esposa de un cliente.Wrigth también pasó estancias en Japón para la construcción del Hotel Imperial, uno de los pocos edificios que se mantuvo en pie, con daños menores, tras el gran terremoto de 1923. Después de casarse en dos ocaciones, Wright conoció a Olgyvanna Hinzerberg. Ambos fueron arrestados en 1926 bajo el cargo de inmoralidad y llevados a prisión. Pero al final los cargos fueron desestimados.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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