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Reportaje:VERANO2000SOLIDARIOS - OCULISTA

Verano sin tinieblas

Una oftalmóloga de Almería dedica su mes de vacaciones a operar gratis en África y América Latina

Un programa de radio puede cambiar el destino de una vida. Así, de repente y porque sí. Hace ocho años que a la doctora Carretero (Almería, 1940) le mudaron su escala de valores a golpe de transistor. Escuchaba, en una noche de insomnio, una entrevista en la radio a un tal doctor Fábregas, fundador de la ONG Médicos sin Vacaciones, que se iba a un país africano para atender gratuitamente a quienes lo necesitaran.Ni corta ni perezosa, a la mañana siguiente, Maria Ángeles Carretero localizó al oftalmólogo y le solicitó las pautas que debía seguir para llevar a cabo la misma empresa. "Me mandó a Etiopía y él se encargó de tramitarme la licencia de trabajo. Fue como una droga. Vine tan enganchada que ya sólo preparo el viaje del año siguiente", explica. Desde 1992 han sido muchos los países y muchas la aventuras que ha vivido en esos meses de renuncia al sol, la playa y el chiringuito en Almería. Algo que no echa de menos lo más mínimo: "No lo soportaría", asegura.

Ese mes sin vacaciones incluye también pagarse el billete propio hasta el destino, llevar el instrumental de operación y todo tipo de material sanitario por su cuenta y riesgo. "Muchos de mis clientes, que saben que me voy, de repente aparecen con cajas de esparadrapos o me dan su sueldo de un mes para que lo lleve", explica. Durante 30 días la doctora atiende a 300 personas y realiza una docena de operaciones al día. En su último viaje, el verano pasado, pasó consulta a 1.000 pacientes y operó a 150. "Al llegar, hay miles esperando. Los primeros tres días los dedico a seleccionar a los que necesitan operación. Sólo descansamos los domingos y lo dedicamos a ver el país", apunta.

A la doctora Carretero las vacunas contra enfermedades endémicas o las pastillas contra la malaria antes del viaje ya le parecen mero trámite. Tampoco le importa no poder ducharse en todo un mes ni alimentarse de lo que come la población nativa. Se muestra convencida de que se trae más de lo que lleva -hasta 300 kilos en ayuda sin contar la labor desempeñada- y de que gana en sencillez y en una visión de la vida que no aporta ninguna operación de cataratas. "Me sacrifico más arreglándome aquí para una boda que estando allí 30 días", sentencia.

En apenas una semana partirá hacia Bolivia, donde realizará en otros ojos la misma labor que años anteriores en la ciudad de Trinidad, que ya tiene el sanatorio montado. Agosto, como otros años, será más luminoso para ella y para sus cientos de pacientes.

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