El hombre que aprendió de sus errores
Durante los primeros días que sucedieron a la convocatoria de elecciones, Lorenzo Sanz estaba convencido de que nadie se presentaría a disputarle la presidencia. Creía que la octava Copa de Europa tendría un efecto disuasorio sobre la oposición. Todas las miradas se dirigieron a Florentino Pérez, ingeniero de Caminos, antiguo concejal del ayuntamiento de Madrid, presidente de la constructora ACS y rival de Ramón Mendoza en las elecciones de 1995. En aquella ocasión, perdió su oportunidad por apenas 600 votos. Su derrota se produjo en el voto por correo, donde fue superado con una claridad aplastante por Mendoza. Florentino Pérez no olvidó el detalle. Tampoco olvidó la importancia del populismo en el fútbol. Se había presentado con un programa en el que censuraba la actuación económica del Madrid y la degradación institucional. Los socios mostraron su hastío por la situación del club y evidenciaron su rechazo a un modelo que agonizaba.Pero Mendoza resistió el acoso y se aprovechó de la excelente temporada de aquel Madrid de Valdano -con un 5-0 al Barça por el camino- para mantenerse en el poder. Florentino aprendió en aquella campaña electoral que el programa no es suficiente. El fútbol es un territorio bastante refractario a las grandes palabras, pero muy agradecido con las pasiones, las cábalas, el material de tertulia, la letra pequeña que Florentino Pérez no había descubierto en aquellas elecciones.Durante cinco años, atendió minuciosamente a todas las señales que le llegaban de un club en estado permanente de crisis. Lo hizo discretamente. Se sabía que estaba a la cabeza de la oposición, pero nunca salió de la sombra. No era suficiente que le reclamara una buena parte del madridismo. Si alguna vez se presentaba, lo haría para ganar. Y esto no sucedería con un ejercicio impetuoso. No va con el estilo de un hombre al que se acusaba de falta de carisma. Moderado en sus apariciones públicas, hasta monocorde, sin el nervio de los presidentes al uso en el fútbol español, Florentino decidió no actuar hasta que estuviera convencido de su triunfo.
Después de la conquista de la octava Copa de Europa, no parecía el momento propicio para enfrentarse a Lorenzo Sanz. Los sectores más contrarios al presidente urgieron a Florentino Pérez a presentarse. Durante dos semanas no dijo nada. "Soy un pecho frío. No me dejo llevar por las emociones", confesó a sus íntimos. Mientras tanto, hizo sondeos y echó cuentas. Los resultados le cuadraban. La victoria era posible, siempre y cuando no repitiera los errores. Contra las previsiones de Sanz, Florentino Pérez se presentó. Con un programa, con Figo, con su populista propuesta de pagar las cuotas en caso de que no llegara el portugués, y con un mazo de votos por correo. Había aprendido de sus errores. Y ha ganado.
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