La carta de Florentino Pérez
El aspirante pasó la jornada convencido de que su triunfo en el voto por correo sería definitivo
"Felicidades, señor presidente", le decía un socio al candidato Pérez a eso de las seis de la tarde. "Muchas gracias", contestaba éste. Como si estuviera acostumbrado. Como si estuviera anunciado. Como si no existiera un mínimo margen para la duda. Florentino Pérez amaneció ayer "con cara de presidente del Real Madrid", según declaró Pitina, su mujer. Los resultados no oficiales del voto por correo le hicieron vivir la jornada electoral con enorme optimismo. Daba igual que aún quedaran más de tres horas para que se cerraran las urnas. 13.000 sobres decía haber presentado el candidato Pérez, 5.000 más que su rival. Convencido de que esa diferencia no se podría invertir, el día transcurrió placentero en la carpa del aspirante. Placentero y festivo. La televisión y los ordenadores iban escupiendo noticias sobre el índice de participación y sobre los sondeos que se realizaban a la salida de la votación. "Gana Sanz por cinco puntos", gritaba una voz a la una de la tarde; "gana Sanz por dos puntos", gritaba la misma voz dos horas después. Una distancia mínima, insuficiente para equilibrar el mejor aval de Pérez, el voto por correo. "Enhorabuena", le decía un seguidor a Amancio, futuro vocal de la junta directiva del club. Amancio, comedido, respondía: "No cantemos victoria".La sonrisa de ganador no se le borró del rostro a Florentino Pérez en toda la jornada. A las 11.24 depositaba su voto en la urna situada en la mesa 3. Poco antes se cruzó con Juan Onieva. Una mirada de soslayo hubo allí, y asunto resuelto. Ni un saludo. Ni un apretón de manos. La batalla electoral ha dejado una riada de heridas abiertas. "Dice el señor Sanz", le preguntaba un periodista al candidato Pérez, "que a lo mejor mañana se ven ustedes en los juzgados". "Que tenga cuidado no se vaya a quedar el allí", respondía una voz anónima antes de que el candidato pudiera decir esta voca es mía.
Florentino Pérez pasó el día haciendo cuentas. Cada vez que un socio o uno de sus asesores le soplaba los resultados de alguna encuesta, el candidato echaba mano del bolígrafo y hacía una personal extrapolación de esos datos: "Si ahora me gana en las encuestas por 80 votos", explicaba, "al final le ganaré por un total de 5.000". Florentino Pérez sólo torció el gesto cuando entraron en su carpa Juan Manuel Herrero y Francisco Bustos, dos de los miembros de la directiva de Sanz que abandonaron el club y formaron el llamado G-8, grupo de oposición al hasta ahora presidente. Pérez, que en ese momento charlaba con Jaime Lissavetzky, miembro del PSOE, cogió a éste del brazo y abandonó disimuladamente la carpa. No quería que nadie le viera junto a dos visitantes no deseados. Ése fue el momento que aprovechó para ir a comer, gazpacho y unas tapitas de jamón, a un restaurante cercano, donde continuamente recibía noticias de los sondeos, uno de ellos encargado por él personalmente, a través de su teléfono móvil. Y las cuentas le salían. Cada vez más. El paso de las horas, lejos de disminuir la euforia la acrecentó en la sede del candidato. Y no hubo gesto alguno de preocupación cuando se supo que desde el otro bando seguían arrojando acusaciones de fraude y de compra de votos. "No me he quitado el vicio del tabaco, pero sí el de escuchar al señor Sanz, ex presidente del Real Madrid", decía el todavía candidato Pérez, momentos antes de recibir el abrazo de aquel socio que le espetó: "Felicidades, señor presidente". A lo que Florentino Pérez contestó: "Muchas gracias". Como si estuviera acostumbrado. Como si estuviera anunciado.
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