Pasajes de arte
El viernes por la noche se celebró la primera novillada nocturna del verano, en la que hubo momentos de interés, pasajes artísticos, breves capítulos de lidia acertada y con ajuste a los cánones, y algún desliz por parte de los picadores o de los diestros, sobre todo cuando había que manejar la espada, instante decisivo, que llaman la suerte suprema. La noche, cálida, y el público, amable. Y no faltó la afición más conspicua, la que expresa su opinión con el punto de mira siempre muy afinado.Quien resultó más agraciado en el sorteo, y quien puso de su parte las mejores intenciones, y a la vez conectó con el público, fue Leandro Marcos. Un novillero de Valladolid, ribeteado de artista, de templadas muñecas, y que interpreta el toreo con sentimiento. A su primero Marcos lo entendió bien, un novillo flojo y noble de buen tranco, al darle distancia y los medios. La faena de muleta fue variada, tuvo enjundia e imaginación, y aunque no resultó una obra que llegara a cuajar, hubo pasajes de muy bella factura. La espada, en fin, se le fue a los bajos. Aun así, le dieron una oreja pedida por aclamación popular. En su segundo, dejó su sello en unos lances aplaudidos y coreados. Permitió que picaran en demasía al novillo y luego realizó una faena de muleta por el pitón derecho de estimable temple que fue a menos. La espada, otra vez, mal.
Guadamilla / Osuna, Iván, Marcos
Novillos de La Guadamilla, bien presentados, de juego desigual, 2º y 3º nobles y con buen son, el resto mansurrones; 4º devuelto por inválido; sobrero de Alejandro Vázquez, manso.José Luis Osuna: aviso con silencio y palmas. Iván Vicente: aviso y ovación y silencio; Leandro Marcos: aviso y oreja y silencio. Los tres, nuevos en la plaza. Plaza de las Ventas, 14 de julio. Nocturna. Más de media entrada.
El madrileño Iván Vicente no terminó de entenderse con su primer novillo, al que enjaretó algunos muletazos templados. Lo mejor lo hizo con el capote y en la ejecución de la estocada, en donde se dejó ver y salió de la suerte con limpieza. Hubo sabor en un quite por chicuelinas. Firme y dispuesto en su segundo, porfió ante un novillo que tuvo más dificultades que aceptables embestidas.
Mala suerte tuvo en su lote el sevillano José Luis Osuna. En su descastado cárdeno claro primero, apuntó buenas maneras en los pases de tanteo muleta en mano, y finura en el manejo del capote, en un quite que le hizo al tercer novillo de la agradable noche venteña. Hasta esos primeros pases logró engañar al novillo cárdeno de mala catadura, que se medio tragaba el primer pase y después decía que con él no iba la fiesta. En su segundo, valiente y con buen sentido de la lidia, expuso y demostró que quiere ser torero. Sería de justicia que le dieran otra oportunidad.
Entre los banderilleros a destacar la labor de José Castilla y de Ramón Moya.
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