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El arte creado en Centroeuropa entre 1949 y 1999 se exhibe en Barcelona

La Fundación Miró presenta el trabajo de 92 artistas de vanguardia de 10 países

"Cuando empezamos a preparar esta exposición abarcaba cinco países; ahora, sin cambiar el marco geográfico, son diez", explica Lóránd Hegyi, comisario de la Arte en Centroeuropa. 1949-1999, que hoy se inaugura en la Fundación Miró de Barcelona, donde podrá visitarse hasta el 1 de noviembre. La exposición reivindica el arte de vanguardia centroeuropeo durante el comunismo y después de él, revelando a un tiempo sus múltiples conexiones con las corrientes internacionales y el peso que la historia y la complejidad étnico-cultural de la zona tuvieron en estos creadores.

Arte en Centroeuropa es una ambiciosa exposición que se presentó primero en el Museo de Arte Moderno Stiftung Ludwing de Viena, que dirige Lóránd Hegyi, después pudo verse en Budapest y, tras su paso por Barcelona, viajará a Inglaterra y la República Checa. En su versión barcelonesa, más pequeña que la austriaca, reúne un conjunto de más de 120 obras de diferentes técnicas y disciplinas de 92 artistas que han trabajado en Europa Central entre 1949 y 1999 en lo que podría calificarse de arte no oficial. En concreto, se presentan trabajos de artistas procedentes de Austria, Checoslovaquia (Eslovaquia y la República Checa), Hungría, Polonia y Yugoslavia (Yugoslavia, Croacia, Eslovenia, Bosnia-Herzegovina y Macedonia), países que, a juicio de Hegyi, conforman lo que se conoce como Mitteleuropa, "término que se refiere a una categoría cultural, no política, que tiene como uno de sus puntos distintivos el hecho de que el Estado central y las regiones étnicas o culturales no se corresponden". La exposición se divide en cinco grandes periodos marcados, pese a las grandes diferencias entre países, por los acontecimientos históricos: 1949-1956 (entre la imposición del telón de acero y la revolución y posterior invasión soviética de Hungría), 1956-1968 (con la Primavera de Praga como fecha simbólica), 1968-1981 (periodo que concluye con el aplastamiento del movimiento sindical polaco de Solidaridad), 1981-1989 (el inicio la famosa perestroika, que concluyó con la caída del muro de Berlín) y 1989-1999 (marcado por el fin de los regímenes comunistas, las guerras yugoslavas y el Tratado de Schengen).

Arranca con las obras de los años cincuenta y sesenta relacionadas, por una parte, con la abstracción informal -Arnulf Rainer, Maria Lassnig, Stefan Gierowski, Olga Bozickovi-Popovic...- y, por otra, con las nuevas formas de figuración, bien herederas de la tradición vanguardista, bien, como es el caso del polaco Andrezj Wroblewski, ligadas al realismo socialista. Desde mediados de los sesenta y finales de los setenta, el protagonismo lo tienen otras dos corrientes, una enmarcada en la abstracción geométrica o el op-art -con espectaculares obras de Tamas Hencze, Julije Knifer y Milan Dobes- y otra, la más conocida, en la corriente del body-art, el accionismo y el conceptual, de la que pueden verse obras de Marina Abramovic, Hermann Nitsch, Günter Brus y Otto Muehl, por citar a los más famosos.

Singulares referencias al pop-art dan paso a la nueva escena creada a partir de la caída del telón de acero, en la que predominan las instalaciones, la fotografía y los nuevos medios. En este contexto destacan, entre otros, el colectivo esloveno IRWIN, el checo Ivan Kafka y la yugoslava Milica Tomic.

"La exposición pretende combatir algunos clichés", afirma Hegyi. "Uno es el del aislamiento, ya que se demuestra que, en cualquier situación política, el arte y el pensamiento se mantuvieron perfectamente informados de las corrientes internacionales". Como elemento diferenciador, Hegyi destaca el mayor peso que la historia y los acontecimientos políticos tuvieron en la evolución del arte de estos países, que -explica- por su mayor interés en reflejar los acontecimientos locales y las identidades propias se adelanta a las corrientes posmodernas que han dominado la creación de la última década.

Carles Ribas
Carles Ribas
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