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Control

FÉLIX BAYÓNCon la perspectiva que dan los últimos acontecimientos, las acusaciones que el PP lanzaba al PSOE cuando se comenzó a debatir la Ley de Cajas se convierten en un chiste. El PP decía que, con esta Ley, el PSOE pretendía controlar las cajas. Ignoro sus intenciones, pero resulta evidente que el PSOE es incapaz de controlar las cajas. Las cajas y muchas cosas más: parece incluso incapaz de controlarse a sí mismo.

Si hay algo que reprochar al PSOE -o, mejor, al Gobierno andaluz- es la manera chapucera con la que ha encarado este asunto, que ya comenzó mal cuando, en febrero del año pasado, el presidente Manuel Chaves y la consejera Magdalena Álvarez se lanzaron a hacer un llamamiento a la gran fusión, sin encomendarse ni a las cajas ni a la oposición, en un gesto que aún es difícil de calibrar si era simple torpeza, prepotencia o una mezcla de ambas cosas. Luego, y como era previsible, el PP puso de su parte el resto: grandes dosis de irresponsabilidad y oportunismo para hacer naufragar el proyecto.

Con todo, lo más grave no es la postura del PP, que no se ha ahorrado ni una sola oportunidad de echar leña al fuego, aunque tuviera que colgarse de las sotanas de Cajasur, en uno de los gestos políticos más chuscos -y más coloristas- que se recuerdan en la historia reciente de Andalucía. Lo más grave es el reciente episodio de la rebelión de las cajas, en el que se ha puesto de manifiesto que o los presidentes de las cajas son incapaces de controlar sus asambleas -lo que, coherentemente, debería de haberles llevado a la dimisión- o que el PSOE andaluz es incapaz de controlar a los militantes de confianza que pusieron en la presidencia de esas cajas.

El espectáculo dado por estos presidentes, que han puesto por delante sus propios intereses y se han aliado coyunturalmente con el PP, es muy lamentable, aunque no es sino una manifestación más del proceso de disgregación del PSOE y de esa falta de ideología que ha pasado ya del "gato blanco, gato negro, lo importante es que cace ratones" al "ande yo caliente...".

Por muy irresponsables y egoístas que sean los personajes de esta comedia bufa, parece que nadie pone en duda la importancia que para Andalucía puede tener una caja unida y potente. Mientras la oposición andaluza del PP prefiere seguir haciendo el ganso, responsables del Gobierno central como Rodrigo Rato se han manifestado repetidas veces a favor de la fusión. No podía ser de otra manera.

Las ventajas son evidentes. El presidente de Unicaja, Braulio Medel, el único que parece haber encarado este asunto con la suficiente honestidad personal e intelectual, señalaba recientemente los provechos de la fusión: además de aumentar sus beneficios en un 25%, la gran caja podría "estar presente en sectores empresariales estratégicos, tener una presencia internacional mucho mayor y abordar proyectos tecnológicos", tareas que desempeñan con holgura entidades como La Caixa catalana, que controla no sólo paquetes decisivos en grandes empresas españolas como Telefónica, Repsol o Endesa, sino grandes bancos internacionales como el Deutsche Bank. Aquí, mientras, esperamos el advenimiento de la nueva economía repartiendo navajazos y haciendo novenas.

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