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La guerrilla de Colombia asegura que no tiene nada que ver con el cultivo de la droga

"Nosotros no sembramos, ni cultivamos, ni traficamos". Con esta frase recibió Manuel Marulanda, Tirofijo, máximo comandante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), a los 50 delegados internacionales que participaron en la audiencia pública internacional sobre cultivos ilícitos que terminó ayer, sin mayores sorpresas. La gran cuestionada: la fumigación como método de erradicación. El alto comisionado para la paz, Camilo Gómez, defendió la combinación de acción penal para los narcotraficantes y acción social para los campesinos.

Las FARC insistieron en su proyecto piloto de sustitución de cultivos que planteó Tirofijo en su primer encuentro con el presidente colombiano, Andrés Pastrana. Si el Gobierno despeja [retira al Ejército] Cartagena del Chairá y la comunidad internacional -incluida España- los financia y los apoya en la verificación, los guerrilleros están dispuestos a erradicar en cinco años las 8.000 hectáreas de coca que hay en ese municipio de 38.000 habitantes, vecino a la zona de distensión. Lo que resultó inesperado para los comandantes de las FARC fue el tirón de orejas que les propinó la delegación internacional. En una sesión a puerta cerrada que se repitió ayer viernes les reprocharon las constantes violaciones del derecho internacional: secuestros, en especial de niños, reclutamiento de menores y ataques contra poblaciones indefensas.

Públicamente, la gran cuestionada fue la fumigación de los cultivos de coca. Personas cercanas al Gobierno miran con reserva esta política y dan la razón a las denuncias de campesinos e indígenas que llegaron con copias de los acuerdos firmados hace seis, cuatro, dos y un año, respectivamente, todos ellos repletos de promesas incumplidas por distintos Gobiernos, de apoyo a programas de sustitución y de respeto a los pequeños cultivadores. Las fumigaciones y el olvido estatal los tienen hoy pasando hambre. Y hay casos insólitos como el de los campesinos de Piamonte, en la provincia del Cauca, que cuando fueron a reclamar a la policía por las fumigaciones: "Ahora todo es un desierto y nos dedicamos a talar bosques y a cazar en las reservas", se encontraron con que oficialmente, las avionetas fumigadoras "jamás" habían sobrevolado la región.

Aunque ni el Gobierno ni las FARC hablaron en sus discursos del Plan Colombia, la preocupación por lo que éste significa es generalizada: "Las fumigaciones del plan son una amenaza para los pueblos indígenas", dijo a este periódico un líder del Putumayo. "Los cultivos de más de 20 comunidades nativas han sido fumigados en los últimos meses. Hoy están preocupados porque tanto guerrilla como Ejército están reclutando a sus jóvenes". añadió.

"Vamos a investigar", prometió el ministro de Medio Ambiente, Juan Mayer, cuando terminó el rosario de 50 intervenciones, cada una de cinco minutos, en las que también se escucharon casos exitosos de sustitución, como el de un grupo de campesinos del Caquetá que ha cambiado los cultivos de coca por caucho.

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