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Reportaje:

El 'Gran Hermano' del río Manzanares

Antonio Jiménez Barca

Miraba ayer el pescador su caña sentado tranquilamente en las escolleras del tramo sur del Manzanares, en Usera, con la esperanza de atrapar una carpa o un pez gato cuando, de pronto, le sobresaltó una voz que provenía de un inconfundible equipo de megafonía imposible de ubicar. No supo el hombre de dónde venía la voz, pero sí oyó perfectamente lo que decía: "Le hablamos del Ayuntamiento. Vamos a ver, es que en un momento procederemos a abrir las compuertas, apártese un poco de la escollera... no se vaya a mojar". El pescador miró para un lado; luego, para otro, y luego, para el cielo con cara de estar pensando "pero, ¿esto que es?". Por si acaso, hizo caso a la voz desconocida, recogió la caña como quien no quiere la cosa, sin pez gato, claro, y se esfumó. El pescador se habría extrañado mucho más si hubiera sabido que el alcalde, José María Álvarez del Manzano, un grupo de concejales y un pelotón de técnicos y periodistas llevaban más de cinco minutos observándole perfectamente desde un centro de control, ubicado a 12 kilómetros de distancia, que registra, mediante 12 cámaras dispuestas a lo largo del río, todo lo que pasa en el Manzanares. La comparación era fácil y, mientras las compuertas se abrían y se perdía el rastro del pescador, alguien exclamó: "¡Esto es como el Gran Hermano, pero en el Manzanares". Y es cierto. Durante 24 horas al día, las 12 cámaras envían ininterrumpidamente imágenes del río al centro de control, emplazado cerca de la depuradora de Viveros, a un paso de Puerta de Hierro. Con cámaras que se manipulan a gusto del técnico, que hasta recogen primeros planos de las personas que pasean a lo largo del río. Y con equipo de megafonía especialmente diseñado para poder comunicarse con el exterior, con cualquiera de los 12 puntos. Basta con que el operario abra un canal y hable con el micrófono, como hizo ayer, para que los pescadores, o los amantes de andar por la orilla, oigan la voz impostada del ojo municipal que lo observa todo.Además, todas las señales quedan grabadas en este centro completamente informatizado, que se inauguró oficialmente ayer, pero que lleva funcionando algunos meses. Tras el experimento con el pescador, el alcalde resumió el invento en una frase y con una sonrisa: "Tenemos un río pequeño, pero muy controlado, ¿eh?". Los técnicos municipales insistieron en que el hecho de que todo el río pueda ser observado por control remoto desde un cerebro central no es lo más importante del nuevo dispositivo: "Lo verdaderamente esencial es que, desde aquí, se controla en todo momento el nivel del agua, la temperatura [ayer, a 16 grados], el grado de contaminación...". Insistieron los especialistas, delante de los 12 monitores que constituyen las 12 pupilas siempre alerta de este Gran Hermano del Manzanares, que el objetivo principal del dispositivo, que ha costado más de 600 millones, es prevenir las inundaciones que, cada año, afectan al río. "Las compuertas, además de funcionar por control remoto, se abren automáticamente en cuanto detectan un nivel de agua elevado y peligroso", aseguraron.

Estas novedades se inscriben en el II Plan de Saneamiento Integral, que, con una inversión global de más de 40.000 millones, además de renovar las grandes canalizaciones de aguas residuales, mejorar las tuberías y ampliar y reestructurar las depuradoras, prevé rehabilitar el tramo sur del Manzanares, desde el nudo Super Sur (donde estaba el pescador sobresaltado) hasta Getafe. Para conseguir que este Gran Hermano fluvial funcione ha sido necesario instalar cerca de 35 kilómetros de fibra óptica a lo largo del lecho del río, un canal de vídeo, una línea privada de megafonía y otra de teléfono; las cámaras permiten movimientos verticales, horizontales, zooms y hasta visión nocturna. Y los técnicos, a juzgar por la prueba de ayer, las manejan con la soltura de Valerio Lazarov.

Todo esto se dijo en la presentación del dispositivo. Pero el público (y el alcalde y los concejales), al final, volvieron a las cámaras: un técnico apuntó a los ocupantes de una barquichuela, que ni por asomo se imaginaban la cantidad de gente importante que en ese momento les veía navegar.

"Salven al que se ha tirado"

En la orilla del río (y dentro) pasa de todo. Así lo han constatado los técnicos municipales que, durante 24 horas, observan las imágenes que ininterrumpidamente proporcionan las 12 cámaras que vigilan el Manzanares. Un día, un señor mayor se arrojó al río desde el puente de la Princesa con clara intención de suicidarse. La cámara recogió el instante y el técnico que lo observaba se alarmó. Llamó a la policía y al Samur, pero seguía viendo cómo el hombre se empezaba a ahogar y cómo la gente que se encontraba cerca del lugar del incidente no se había dado cuenta de nada. Sin pensárselo dos veces, agarró el micrófono, abrió el canal de comunicación, y exclamó: "A la gente que está al lado del puente de la Princesa. Se ha tirado un señor al río, que se tire alguno para salvarlo mientras viene la policía y el Samur, que ya están en camino". Los paseantes oyeron la extraña voz que les informaba de tan extraño suceso, se asomaron, vieron que era cierto lo que contaba y obedecieron la orden. El hombre fue rescatado.Los técnicos municipales que vigilan el río también operan a veces como educadores que todo lo ven, regañando desde el micrófono a quien se porta mal. Un día, un hombre se entretenía lanzando piedras a los patos del Manzanares, confiado en que nadie observaba su travesura. Pero el Gran Hermano Manzanares lo ve todo. Se abrió el canal de megafonía y exclamó: "No tire piedras a los patos, que está prohibido". El importunador de animales se sorprendió tanto que no sólo dejó las piedras en el suelo, sino que salió corriendo.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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