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Enzo Mari defiende "la expresión artística del diseño" frente a la técnica

El diseñador italiano habla en Madrid sobre la cultura del proyecto

El diseñador italiano Enzo Mari (Novara, 1932) defendió ante estudiantes del Istituto Europeo di Design, de Madrid, la "expresión artística" del diseño frente al componente técnico. "El proyecto es un arte, no una ciencia", afirmó en una sesión en la que intervino también el escritor Gillo Dorfles (Trieste, 1910), presentados por el filósofo Francisco Jarauta. Enzo Mari cree que el diseño italiano "está perdiendo fuerza".

La reunión de Enzo Mari y Gillo Dorfles provocó la reflexión sobre el diseño, la crítica, la enseñanza y la cultura del proyecto.Jarauta saludó a Dorfles, que se ha recuperado de un grave accidente de tráfico, y calificó a Mari como un radical y utópico. El trabajo de Mari a lo largo de 50 años fue expuesto el año pasado en el Centro de Arte Santa Mónica de Barcelona, con motivo de la Primavera del Diseño, lo que dio lugar a la lectura de un manifiesto del polémico diseñador. "Soy hijo de la Revolución Francesa y mantengo que la palabra igualdad sea mi fe". Jarauta se preguntó si se puede exigir a las artes un poco de dimensión utópica, ya que "diseño y utopía es una relación fundamentalmente moral, y no sólo estética".Ante un público de estudiantes de diseño, Enzo Mari se refirió a su formación en bellas artes y en el neorrealismo de los años cincuenta, donde planteaba preguntas incómodas que nadie sabía responder, salvo los antiguos maestros, como Giotto y Piero della Francesca. Señaló que el arte es anterior a la crítica del arte y que éste no se enseña con fórmulas. "Me planteo hacer un arte realizable y entendible".

El diseñador conoce el Milán de la posguerra, destruido en un 60%, "un crisol de naciones y de ideas donde todo el mundo quería construir una ciudad y una cultura nuevas". A partir de estos orígenes explica el lugar del diseño italiano en el mundo, "aunque ahora está perdiendo fuerza". Entre las condiciones que favorecen su desarrollo, Mari enumera los artesanos en todas las ciudades, el predominio de la cultura humanística, "la no existencia, por fortuna, de escuelas de diseño", el debate sobre el diseño y consumo desde la ideología comunista y la escasa visión de futuro de los industriales.

Enzo Mari critica algunas "soluciones simples" que se dan en este campo, como el diseño ecológico, "que parece que es el que se vende en cajas verdes", y la difusión de los objetos de usar y tirar, donde no se tiene en cuenta el coste de la producción. No quiso detenerse en el uso de los ordenadores, donde domina la técnica, y de Internet, con el exceso de información.

Define el diseño como "arte aplicado", donde confluyen la expresión artística, como las demás artes, y las ciencias de la naturaleza y las humanas. Si en alguna ocasión Mari afirmó que los estudiantes de diseño eran el producto que más se fabricaba en Europa, criticó "a los alemanes y argentinos que dicen que el diseño es una ciencia". "No hay un lugar feliz para este oficio, que se hace con pasión y esfuerzo". Puso el ejemplo de Henry Ford al construir un coche que podían comprar los propios trabajadores, aunque los demás industriales le consideraban un loco. "Mi poética es que las sillas sean diseñadas por los propios operarios. No se dan las condiciones, pero es mi sueño. Con la palabra igualdad se pretende producir para todos. Se llega a producir a gran escala si todo el mundo hace el proyecto. Cada uno debe tener su propia cultura para poder realizar objetos".

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