Productores y ONG piden identificar los diamantes que pagan las guerras
El origen de los diamantes puede controlarse y, al hacerlo, cerrar el grifo de la financiación fácil y millonaria a las guerrillas que ahora desangran Sierra Leona. Ésta es la conclusión de un informe elaborado por la ONG Global Witness, que ha recibido financiación para su estudio del Gobierno británico (a través del departamento de Naciones Unidas en el Foreign Office). Es también la intención del principal productor de diamantes del mundo, De Beers, una multinacional con sede central en Londres, que controla más de la mitad de la extracción mundial de esta piedra preciosa y entre el 60% y el 70% del mercado de diamantes manufacturados. Global Witness defiende la implantación de un exhaustivo sistema de verificación de la procedencia de los diamantes, que debería depender de un organismo independiente; que los gobiernos de los países productores e importadores se comprometan a pasar por ese filtro, y que los intermediarios en ese exclusivo mercado dejen de hacer la vista gorda y colaboren.
De Beers, mientras, ha propuesto un plan de acción de seis puntos para acabar con los "diamantes manchados de sangre".
Ambas iniciativas han surgido tras la reunión que organizó el mes pasado Suráfrica con representantes de la industria y del mercado de esta piedra preciosa antes de que llegue al escaparate de las exclusivas joyerías de Nueva York. Según Global Witness, el encuentro de Suráfrica será el arranque para poner fin a este sangriento negocio.
Plan de De Beers
De Beers ha enviado su plan de ataque a la Federación Mundial del Mercado de los Diamantes y a la Asociación Internacional de la Industria del Diamante (que agrupa a pulidores y talladores) conminándoles a asumir las medidas propuestas antes de que el diamante pierda valor por quedar asociado con las sangrientas guerras africanas.
En síntesis, De Beers propone a los países importadores que implanten una documentación estándar sobre el origen del diamante, en lugar de una declaración sobre su supuesta procedencia, y que refuercen la legislación y los controles en frontera para rechazar cualquier compra que intente saltarse esos controles. A los países productores se les exigiría que pongan a disposición de algún organismo supervisor una muestra de los diamantes que se extraen en sus minas. Los bancos que financian a la industria que manufactura el diamante en bruto deberían exigir a ese cliente que no compre piedras de zonas en conflicto. De Beers también ve necesario que se reúnan los expertos de los países productores y de los centros de manufactura de estas piedras para intercambiar información sobre las características de las piedras de cada zona. Por último, esta multinacional defiende la publicación de estadísticas anuales de importación y exportación de diamantes.
Las recomendaciones de Global Witness son mucho más detalladas para evitar que todo quede en una declaración de buenas intenciones. Esta ONG urge a Naciones Unidas a presionar para que el negocio de los diamantes deje de pagar las guerras.
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