Las jefas escasean en la banca española
El hecho asumido de que los directores de oficinas bancarias, interventores o responsables de departamentos son hombres puede convertirse en motivo de demanda judicial. Isabel Lara, sevillana de 42 años, ha decidido llevar a su empresa a los tribunales por una promesa incumplida. El motivo, la supuesta discriminación sexual de la que ha sido objeto en Caja San Fernando. Su jefe inmediato les propuso un ascenso a ella y a un compañero cuando finalizaran el proyecto informático que realizaban juntos. El trabajo terminó y Lara comprobó con estupor cómo su colega ascendía mientras que ella se quedaba en su puesto. "No ha podido ser", le respondió su jefe. Lara se queja de haber sido discriminada frente a su compañero.El problema es que no existe constancia escrita de la propuesta de ascenso, ya que los nombramientos son una decisión libre de la empresa: "Lo único que tengo es la comparación con el otro compañero". Ella asegura que fueron sus superiores quienes la llamaron para ofrecerle que promocionara. Por eso cree que tiene las de ganar, de otro modo no se hubiera decidido a poner a su empresa ante un juez: "No es fácil demandar a la propia empresa". La dirección de Caja San Fernando no tiene "nada que decir" sobre el caso, según reconoció un portavoz a este periódico.
Isabel Lara forma parte del reducido grupo de mujeres que denuncian estos casos. Pero la supuesta discriminación que ha sufrido no es excepcional. Muchas otras mujeres la padecen en el sector financiero. Según datos de la Asociación Española de la Banca Privada (AEB), el 74,4% de los trabajadores de los bancos españoles son hombres y el 25,5% mujeres. Esta tendencia masculina se acentúa en los puestos técnicos, donde el 82,3% son hombres y el 17,61% mujeres. Los datos son de 1998 (la AEB está a punto de hacer públicos los de 1999), aunque los sindicatos creen que la situación no ha cambiado: los cargos de responsabilidad siguen siendo la barrera infranqueable de la mujer.
Reconocimiento judicial
El caso de Isabel Lara tiene precedentes cercanos en la justicia española. Hace ocho meses, el Tribunal Supremo ratificó una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña de 1998 que consideraba discriminatorias para la mujer las tácticas de promoción que utilizaba la entidad Caixa Catalunya. Se demostró que, para aspirar al cargo de delegado de sucursal, los responsables de la entidad debían recomendar a los trabajadores que cursaran su solicitud. El resultado de esta práctica fue que entre 1986 y 1998 sólo 31 mujeres solicitaron el ascenso, frente a 95 hombres. Al final, el 76,9% de las plazas de delegado fue para los hombres y el 23,07% para las mujeres.
La sentencia obligaba a la empresa a erradicar la recomendación de ascenso. Los responsables de Caixa Catalunya nunca reconocieron que existiera. "Entonces no lo hacíamos, pero ahora, mucho menos", asegura Luis Juerga, jefe de relaciones laborales de la caja.
Sin embargo, varias empleadas aseguran no percibir un gran cambio. "El problema básico es la falta de transparencia. No se conoce el canal para promocionar ni se hacen públicas las plazas ", asegura Montserrat Delgado, administrativa de Caixa Catalunya. Ella pidió hace años un ascenso a subdelegada de sucursal, pero no recibió respuesta. No obstante, reconoce que es difícil demostrar que esto obedece a una discriminación.
¿Por qué los tribunales reciben más denuncias de discriminaciones en cajas de ahorros que en bancos? María Jesús Paredes, secretaria general de la federación de la banca de Comisiones Obreras, cree que se debe a que los sindicatos están presentes en el consejo de administración de las cajas de ahorros (no así en los bancos) y pueden denunciar estas situaciones más fácilmente. "No es porque se den menos, al contrario", señala Paredes.
La Confederación Española de Cajas de Ahorros no tiene datos sobre la presencia femenina en el sector, pero los sindicatos creen que es algo mayor que en los bancos. De nuevo, la asignatura pendiente son los cargos de responsabilidad. En Caja San Fernando, un grupo de trabajadoras realizó un cómputo hace unos meses que reflejaba la escasa presencia de la mujer en los altos mandos. De primera a quinta categoría de jefes, sólo había 11 mujeres (ninguna en el puesto superior) frente a 265 hombres.
Un estudio de la Universidad Autónoma de Barcelona y de CCOO realizado en 1996 señalaba varias razones del estancamiento de la mujer en los puestos medios. La principal era que los hombres parecen tener mejores condiciones para participar en actividades informales con la clientela. Es decir, que asumen sin reparos cenar o tomar copas como parte del trabajo, mientras que las mujeres son más reacias. Por otra parte, las propias mujeres, según ese texto, renuncian a veces a sus aspiraciones, al tener más obligaciones domésticas y familiares que sus compañeros.
Araceli Pastor, de la sección de banca de UGT, cree que la solución está en establecer medidas de discriminación positiva que fijen cuotas femeninas en los cargos de responsabilidad del sector.
Los bancos españoles son poco propensos a este tipo de salidas. No obstante, el segundo del país, el BSCH, acaba de firmar con CC OO un plan de igualdad de oportunidades. Consiste en crear una comisión que denuncie las situaciones de desigualdad e impulse medidas que corrijan esos problemas. El objetivo es que a finales de año la presencia de la mujer en las categorías superiores se haya incrementado como mínimo hasta el 20% (ahora está en un 10%). Para ello, se intentará que en las mismas condiciones ante un promoción sea la mujer la que ascienda. El sindicato espera que el plan esté en marcha antes de septiembre.
Dentro del sector financiero, hay otras empresas, como las agencias y sociedades de Bolsa, donde la situación está menos controlada, dada su reciente implantación en España. Pero los organigramas hablan y delatan la ausencia femenina. Por eso el caso de Sonia Díez, directora general de la sociedad de Bolsa Mercagentes, es una raya en el agua. Lleva ejerciendo este cargo desde 1998 y no se siente víctima de ninguna discriminación, "aunque es cierto que la mujer siempre tiene que ser más chica para todo para llegar a los mismos sitios". Esta empresaria de 43 años tiene dos hijos y aunque sus bajas maternales fueron cortas para atender a su trabajo, reconoce que es más difícil conciliar el trabajo con la vida familiar: "En su día lo haces, pero el horario bursátil es duro y pesa llegar a casa a las ocho de la tarde".
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